Warhammer Gañanaco
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UNDERWAR

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Mensaje  Morgan Miér Jun 09, 2010 12:28 pm

"Hambre, guerra, destrucción, muerte, enfermedades, mutación y Cáos. Caos que todo lo pudre y emponzoña. Se extiende por cada rincón del Imperio avanzando lenta pero inexorablemente como el frío invierno."

Las calles de un barrio corriente de Altdorf, un hervidero de gente que viene y va, cada uno a sus negocios. Nadie repara en la figura encapuchada que, como uno más, avanza entre el gentío.

"Alabado sea mi Maestro, el que ha traído la misería al corazón del Imperio. Sus siervos en la oscuridad nos saciaremos con vuestra carne."

Se para un momento y entrecierra los ojos, de un color lechoso antinatural. Olfatea el aire, huele la carne, la sangre humana y se siente vivo.

"El Viejo Mundo se halla en la encrucijada del destino, un paso en la dirección equivocada y el reino de los hombres caerá en la oscuridad. Los hijos del Mal consumiremos vuestros cuerpos y nos deleitaremos con vuestras almas."

Reaunda el paso, más deprisa, alguien aguarda las noticias que porta. El plan sigue su rumbo.

"La esencia del mal se revuelve sobre si misma destuyendo y devorando a sus propios hijos pues sólo los más fuertes serán elegidos para el festín de carne y sangre.

Y mi Maestro es fuerte entre los fuertes."


La tarde cae sobre la ciudad y unas nubes grises hablan de una noche fria y húmeda.

"Temibles bestías, horrores oscuros y criaturas impías luchan en una guerra sin fin con el único objetivo de acabar con sus hermanos y someter el reino de los hombres."

La figura encapuchada se para bruscamente, ha notado la presencia de algo o alguien que le sigue... entre la satisfacción y el orgullo se quita la capucha y se gira para contemplar a su perseguidor con una malévola sonrisa de su rostro sin carne.

- "Puedo veros...

Mi Maestro os da la bienvenida a la maldad y corrupción que subyace bajo las calles sucías y desprevenidas del Imperio."



Bienvenidos a Underwar: la guerra de los Colmillos.


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Última edición por Morgan el Dom Jun 20, 2010 1:57 pm, editado 1 vez
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Mensaje  Morgan Dom Jun 20, 2010 10:42 am

El tileano cruzó el gran salón con paso firme y presteza. No convenía hacer esperar al Maestro, pues no se caracterizaba por la paciencia con sus vasallos.
Penetró en la biblioteca y al instante sintió su opresiva presencia. Tenía forma humana claramente, pero no lo era.
Apartó a un lado el fino estoque de acero estaliano que llevaba al cinto, el mismo que había robado a su maestro de esgrima cuando decidió que ya no tenía más que aprender, y se arrodilló ante Él.

- ¿Me has hecho llamar, Maestro?

El Maestro continuó con su lectura unos segundos, luego cerró con delicadeza el manuscrito redactado en alguna oscura lengua perdida siglos atrás y lo depositó con mimo en la mesa. Las páginas estaban cosidas con tendón, probablemente con una aguja de hueso y no había duda de que la cubierta había sido realizada con piel humana. El Liber Necrum se había convertido en la penúltima distracción de la criatura a la que todos conocían como Maestro.

- Los humanos soís como un teatrillo de marionetas...
- Sí, Maestro.
- A las pocos instantes de empezar uno ya puede imaginarse el final... soís tan predecibles, tan... ABURRIDOS... - el Maestro imprimió a esa última palabra un tono de ira y repugnancia estremecedores.

El tileano tragó saliva intentando disimular su nerviosismo. No era un hombre que se asustara facilmente. Había matado a muchos hombres, mujeres, niños, bestías... combatido en guerras, robado, violado, torturado y había disfrutado con todo ello.


UNDERWAR Vamp2sep


Era fuerte y poderoso, si otros lo eran menos, era su derecho coger lo que le apeteciera. Pero había encontrado alguien más fuerte que él y le había dado un motivo para todo lo que hacía. Adoptó casi al instante la nueva fe que le mostraron, había encontrado a su Maestro.

- Redricht ha traído noticias de la Gran Biblioteca - dijo el Maestro.

La mente del tileano viajó momentaneamente un par de años atrás. Redricht era probablemente el más fiel - y degenerado - sirviente del Maestro. Se había atrevido a tocar a una muchacha destinada a su Señor, y Éste no pareció enfadarse. Se acerco a su lacayo y le puso las manos en la cara... - Ahhh, Redricht, Redricht... ¿qué voy a hacer contigo?... eres bueno... eres fiel... pero te falta control...
- Yo, yo... Maestro le juro que no hice nada, pero era tan delicada... y olía tan bien... sólo fué un dedo del pie, Maestro, sólo eso... - balbuceó el condenado Redricht.
Un grito horrible rasgó la estancia y heló la sangre de los presentes. Héctor se dió cuenta de que el Maestro le había arrancado medio rostro a Redricht en apenas un segundo y sin ningún esfuerzo.

- Alguien ha solicitado informes del Collar de Rha, alguien que vive en Middenheim.
- Mi Señor tuvo una gran idea al mantener vigilada la sección de antigüedades y reliquias...
- Héctor... ¿Ahora te haces llamar así, no es cierto?
- Sí, Maestro.
- Querido Héctor, tráeme el Collar, por que si sólo me sirves para resaltar lo evidente, tendré que plantearme darte otros usos, tal vez como alimento.

Un sudor frío perlo la frente del hombre que se hacía llamar Héctor.

- Sí mi Señor, se hará como vos ordenáis.

El tileano se levantó y salió de la sala lo más rápido que pudo.


El Collar de Rha, perdido durante más de tres siglos, había sido hallado.
El Maestro se acarició el pecho, aún lo echaba de menos.


UNDERWAR Maestrosepframe


Última edición por Morgan el Miér Dic 01, 2010 9:24 pm, editado 2 veces
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Mensaje  Morgan Dom Jun 20, 2010 1:30 pm

Rolf Steiner, huerfano e iniciado de Sigmar, es reclamado por su viejo tío Adolph, un enriquecido mercader de Middenheim. El principal pasatiempo de Adolph es el coleccionismo de piezas antigüas o extrañas y hace poco adquirió un collar sin apenas valor pero muy interesante.
Por desgracia un oscuro individuo, grande, elegantemente vestido y que le falta el meñique de la mano derecha se ha presentado con intención de adquirir a cualquier precio el collar. El tipo, que dice llamarse Héctor Linderg lleva además un espada ropera estaliana de exquisita factura por lo que sus intenciones no se presumen del todo honorables.
Rolf deberá seguir los pasos del siniestro individuo y de sus hombres de armas que muestran un desconocido blasón en sus tabardos:

UNDERWAR Rojos



A él se uniran Ulrich von Fridrich, un mago de caracter impetuoso, que originalmente detectó en el collar una leve magia de protección contra el fuego y que ansía en secreto poseerlo.
Alonso Guzmán de Agirre, hijo de Francisco Guzmán Narváez y de Leticia de Agirre y Orellana, un diestro estaliano que partió de su patria cinco años atrás en busca del hombre que robó la espada de su padre y le marcó el rostro, y que parece coincidir con la misteriosa identidad del comprador.
Yavandir Vallefresno, un elfo que ha llegado a Middenheim siguiendo el rastro del blasón para ajustar algún tipo de cuenta que reniega confesar.
Y Morgan Schwarzhand, un guardia de las cloacas que se enfrentó a los hombres armados del infame individuo en su huída, tras robar el collar y matar a guardias y sirvientes del anciano mercader. En los brazos de Morgan han caído los cuerpos de Guus y el malherido Névill, amigos desde la infancia. Morgán partirá con sus nuevos compañeros de viaje para hacer pagar al asesino sus crimenes.

La busqueda les lleva hasta una remota cabaña perdida en los bosques del Drakwald, donde tras librarse de unos mercenarios encuentran una nota escrita en lengua clásica:


Estimado Héctor,

"Espero que no hayas tenido ningún problema para
resolver de modo satisfactorio el asunto que te encomendó el Maestro y que
regreses con la mayor brevedad posible, pues el anunciamiento será en la Fiesta
de los Artesanos. Dado que el tiempo apremia, el Maestro ordena que vengas
directamente a Liedenberghoff.

Mi mayordomo Marcus permanece en la ciudad y está encargándose
de la contratación de los nuevos sirvientes para que cuando llegue mi esposa
esté todo preparado. A buen seguro le agradará tu presencia.

A.L.
"


El grupo de vengadores, quienes aún desconocen la magnitud de los acontecimientos que están despertando, parten de inmediato con destino a Carroburgo, pues es allí donde anuálmente se celebra la festividad de los artesanos y donde finalmente esperan dar caza al ladrón.


Última edición por Morgan el Dom Jul 25, 2010 9:50 am, editado 4 veces
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Mensaje  Morgan Dom Jun 20, 2010 1:50 pm

El Burgomaestre de Carroburgo escribió:

Carroburgo es una ciudad muy orgullosa de su tradición artesana.
La ciudad en si es una mezcla de urbana y rural, pues grandes fincas y granjas la rodean así como bosques donde se perpetua la tradición de cazadores-guerreros.
La ciudad fue fundada por Carrolus, líder tribal y aliado del mismo Sigmar.

La ciudad refleja también su origen artesano en una nobleza menor y un desdén generalizado a los mercaderes quienes simplemente compran y venden a diferencia de aquellos que realmente crean.
Poderosos gremios controlan el día a día de la ciudad, aunque pagan sus impuestos a la familia gobernante.
Existe un profundo resentimiento a los mercaderes de Marienburgo, más por recientes razones económicas que por algún tipo de odio ancestral.


UNDERWAR Ishtarcity



Una breve nota histórica acerca de los “Grandes Espaderos”, un famoso regimiento de infantería que blanden grandes espadas a dos manos. La legenda dice que en algún momento la ciudad estuvo bajo el asedio de un ejército de goblinoides durante el cual la famosa puerta del palacio fue defendida por el Príncipe Karad Von Carron y su unidad de Espaderos. Éste es un famoso acontecimiento en la historia de Carroburgo y en la plaza mayor se erige una estatua del príncipe secundado por dos grandes espaderos. El propio príncipe fue enterrado en un magnífico mausoleo en la colinas Skaag.

Carroburgo está situado donde el río Bogen se une al Reik. Las tierras son relativamente llanas y la ciudad se eleva gentílmente en la orilla Norte del río, si bien es cierto que justo en la desmbocadura del Bogen se levanta un barranco donde se haya erigido el Palacio del Elector.

Esta zona el Reik es muy frecuentado y continua siendo navegable por los veleros oceánicos, de ahí que la ciudad se haya volcado en el tráfico fluvial y los caminos por tierra sean escasos y de pobre mantenimiento.

Rodeando las fincas se hallan los árboles del lado sur del bosque Drakwald, cuya madera alimenta los fuegos de la industria local. Las leyendas locales hablan de bandas de piratas y demonios, cuentos que las madres usan para asustar a los chiquillos.

En el punto más alto de Carroburgo se encuentran dos grandes plazas, Heiligplatz y Carronplatz. En la primera se encuentran los templos, donde destaca la imponente catedral de Sigmar en el lado Este, completamente opuesta la templo de Ulric. La segunda es el corazón administrativo de la ciudad, donde las casas gremiales rodean el Ayuntamiento y las Cortes.

En el distrito de Schlaefansteig viven los ciudadanos importantes como figuras destacadas de los gremios, sacerdotes y empleados públicos de renombre. La arquitectura de esta zona es un ejemplo del estilo carroburgués, único en el Imperio. En esta zona, al ser la más elevada de la ciudad, los edificios si cuentan con sótanos, a diferencia de aquellas construcciones más cercanas al Reik.
Los muelles son una zona muy importante y frecuentada dado que están disponibles para el tráfico fluvial, privado y comercial. Admiralitat, el cuartel general de la flota imperial está situado en este distrito, vigilando el puerto.

El distrito del palacio se localiza en la “roca” por encima de la división del Bogen y el Reik. Consiste en residencias de lujo de la nobleza menor y los señores de los gremios. La entrada al distrito es la famosa puerta que defendió el Príncipe Karad Von Carron y sus espaderos.

La plaza del mercado es en general una maraña de pequeñas plazoletas rodeadas de puestos de artesanos, cada uno especializado en una tarea.
Las calles importantes son un hervidero de gente y en cualquier lugar se levanta un puesto o se realizan negocios. Se suele decir que los carroburgueses son gente maleducada debido a que los empujones son frecuentes, pero de echo esta es la única forma de moverse por esas calles.

La situación en Carroburgo se está volviendo precaria, pues el expansionismo de Marienburgo les está afectando cada vez más. Zerin Zapatier, el más importante señor gremial tilda de absurdas las afirmaciones de que una crisis está en ciernes y tacha de alarmistas y antipatriotas a aquellos que desconfían de la capacidad de los carroburgueses para salir adelante. Por su parte Rajoinsstein Ansarsson, otro señor gremial destacado afirma que la bajada de tasas a los gremios es fundamental para abaratar sus productos y hacerlos más competitivos.

Las principales manufacturas, conocidas a lo largo del Imperio son el vidrio y los útiles de cocina. El comercio con los gnomos ha derivado en su famosa reputación en la manufactura de relojes, en especial los relojes de cuco.

Existe una comunidad de Gnomos, aunque éstos y los enanos no son bien vistos y realmente se puede hablar de xenofobia, pues los carroburgueses se muestran muy orgullosos de su artesanía y discrepan de la natural superioridad de estas razas.
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Mensaje  Morgan Sáb Jul 03, 2010 12:26 pm

- Entonces... ¿puede hacerse? - preguntó el hombre.
- Puede hacerse y se hará. El viejo Morr me debe unos cuantos favores y por ti, amigo mío, me cobraré unos cuantos.

El hombre estaba arrodillado, se mantenía cabizbajo, en parte por miedo en parte por respeto y sobre todo por la desesperación y el cansancio de sus largos años. Desde que su esposa muriese años atrás, a causa de unas extrañas fiebres, parecía que el tiempo se hubiera cebado con el Lord. Tenía el semblante gris, le dolían los huesos, sentía el cuerpo pesado y el alma perdida.
Y no sabia cúan acertado era esto último.

- Pero tal demostración de poder no será sencilla. Habrá que manipular muchas energías, y tendremos problemas si algún magister nos descubre. No será desde luego barato, ni en tiempo ni en dinero ni en esfuerzo - dijo el Maestro.

- Soy... un hombre rico... y poderoso... - asintió Adolf con angustia - Usted pida, pagaré lo que sea...
- Entonces que así sea. A cambio, reclamo tu vida.

Adolf se quedó perplejo, no entendía lo que pasaba ni tenía muy claro como habia llegado hasta allí. Preso en las garras de un oscuro brujo al que todos llamaban Maestro. La muerte de su amada lo había sumido en la pena y la desesperanza. No deseaba otra cosa que volver a estar con Helga.

El Maestro se acercó a Adolf y le puso las manos sobre su cabeza y le habló en tono quedo y pausado:

- Tranquilo, amigo mío. Yo también soy padre. Tengo una hija y como tu, deseo lo mejor para ella. Es joven y hermosa. Tu ya la conoces.
- Lady Meribeth... no... no comprendo... - respondió el noble.
- Te desposarás con mi hija.
- Pe... pero...
- Exactamente un año después de la boda, tu amada esposa se levantará de entre los muertos. Cogerás todo lo que desees de tus posesiones, joyas, dinero... lo que te plazca, no importa. Juntos dejaréis Carroburgo para pasar vuestros últimos años allá donde nadie os conozca. Diremos que has muerto y mi hija conservará tus tierras y tu título. Ese sera el precio que pagarás.

El Maestro le tendió la mano a Lord Liedenberg.
Adolf levantó la cabeza y le miró. Un atisbo de esperanza e ilusión brilló en sus ojos. Tomó la mano del Maestro, la estrechó y la besó.
- Gracias, Maestro, muchas gracias - dijo entre sollozos mientras se incorporaba - Empezaré con los preparativos de inmediato.

El Maestro esperó unos segundos hasta que Lord Adolf Liedenbreg hubo abandonado la estancia. Casi sin darse cuenta sacó del bolsillo del chaleco una cajita metálica, la abrió y esnifó un polvillo mentolado. El hedor del ganado asustado y desesperado le repugnaba.
Podia haberle prometido las lunas, lo mismo daba, el muy estúpido le habria creido igual.

- Y tu querida, ¿estas preparada?
- Lady Meribeth apartó las cortinas que la ocultaban y caminó hacia su padre. Se inclinó ante Él y besó su mano.
- Sí, Padre, sabes que siempre estoy lista para servirte.
- Meribeth, mi dulce Meribeth, debemos separarnos por un tiempo - dijo el Maestro mientras le acariciaba el cabello y jugaba con uno de sus remolinos - Una nueva vida te espera en Carroburgo.
- Sí Padre, lo sé, pero me duele dejarte.
- Oh cariño, yo también te echaré de menos. Eres la mas capaz de mis hijos y mi favorita.
- Gracias Padre - dijo Lady Meribeth expresando su profunda satisfacción con una leve sonrisa y una ligera reverencia. Si la sangre hubiera corrido por sus venas de un modo natural, seguramente se habria sonrojado.
El Maestro se separó de ella.
- Te he preparado una sorpresa, hija mía.
- ¿Qué, Padre? - preguntó timidamente la dama.
- Cósimo ha partido hacia Middenheim. En breve se reunirá contigo en Carroburgo y te entregará algo.
- ¿No me vas a decir qué, Padre?

El Maestro se tomó unos segundos para meditar su respuesta, finalmente asintió con la cabeza.

- El Collar de Rha, pronto adornará tu cuello, querida mía.

Lady Meribeth levantó la cabeza de golpe. Sus ojos se abrieron con estupor y su rostro mostraba sorpresa y emoción sin fisuras. El Collar de Rha era una de las posesiones mas valiosas que los de su raza pudieran desear. Estaba perdido, eso lo sabía, pero de alguna manera su Padre lo había vuelto a encontrar y si Cósimo en persona era el encargado de traerlo no había duda de que lo haría. Era el humano mas eficaz que habia conocido.

- Pero Padre... - intentó decir algo, aunque no sabía qué.
- Es solo un prestamo hija, nos sera útil durante un tiempo. No sería bueno que la esposa del Lord estallara en llamas en medio de una de las habituales fiestas de verano, ¿verdad, querida? - apuntó el Maestro con una media sonrisa burlona.
- Cierto Padre - dijo Meribeth reprimiendo un escalofrío.

- Ahora déjame querida, tengo cosas que preparar. Dile a tu hermano Corbitt que deseo verle.
- Sí Padre. Lady Meribeth cogió delicadamente unos pliegues del vestido y los usó para darle mayor elegancia a la reverencia que le dedicó a su Creador. Después abandonó la estancia. Ya sólo pensaba en el Collar.

- Ah Corbitt, ya estas aquí - dijo el Maestro acercandose a la persona que estaba arrodillada frente a Él.
- Para lo que desees, Padre - dijo el ser de semblante pálido y pelo pulcramente peinado hacia atrás al estilo tileano.
- Corbitt, Corbitt, me alegra verte. Eres el mas capaz de mis hijos y mi favorito. Sígueme, tengo una misión que encomendarte.
Corbitt se sintió profundamente complacido mientras se levantaba para seguir a su Progenitor a la mesa de mapas.




UNDERWAR Vamp6deff


Última edición por Morgan el Sáb Jul 24, 2010 12:32 pm, editado 1 vez
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Mensaje  Morgan Sáb Jul 03, 2010 4:36 pm

Tras enfrentarse a los peligros del Drakwald los nuevos compañeros llegan a Carroburgo, donde indagando descubren que Liedenberghoff es la mansión de verano de Adolf Liedenberg, hermano del Barón de Carroburgo. En seguida adjudican la nota hallada en la cabaña al noble.

Siguiendo las pistas obtenidas a través de la carta se introducen en la mansión como criados y mientras vigilan por si aparece Héctor empiezan a desentrañar el oscuro rompecabezas que se cierne sobre ellos.

Lord Adolf Liedenberg perdió a su esposa unos años atrás debido a unas extrañas fiebres que nadie pudo curar. Acudió también a galenos y sabios de Altdorf, pero nada se pudo hacer por ella.
En sus continuos viajes en busca de remedio conoció a una joven de la nobleza, y finalmente acabó casandose con ella hace unas semanas.
De un tiempo a esta parte ha cambiado sus costumbres y ahora pasa la mayor parte del día y de la noche encerrado en su estudio.
La mansión siempre está custodiada por los extraños hombres de tabardo negro y blasón desconocido.

Unas noches antes de la anunciación llega la nueva esposa del Lord, una joven y bella dama quién es recibida por el noble y por el infame Héctor, que por fin se ha dejado ver por la mansión.
Nada más bajar la dama, Héctor le hace entrega de una pequeña y misteriosa caja.
Tras varias escaramuzas en busca de información los compañeros deciden tender una emboscada a Héctor el mismo día de la anunciación y hacerle así pagar sus crímenes, pero con motivo de la fiesta la rutina de éste ha cambiado y no se deja ver por los establos.
Finamente Lady Meribeth de Liedenberg es presentada a la nobleza y a la alta sociedad Carroburguesa, poniendo fin así a la fiesta de la anunciación. La bella dama porta el collar que fue robado en Middenheim y esta contaminada con el aura oscura del Dhar, propia de los vampiros.

UNDERWAR Lilith2


Al día siguiente uno de los compañeros es llamado a la presencia del Lord quien le comunica bastante apesadumbrado que su hija parte hacia Altdorf por lo que los servicios de Guzmán no serán necesarios por más tiempo, pero le hace entrega de una carta de recomendación para su hermano, el Barón.

Héctor y sus secuaces conducen al antiguo criado a los establos con intención de robarle la carta, pero éste la esconde entre la paja y pese a la paliza recibida logra que le echen de la mansión con vida.

La carta es encontrada por otro de los compañeros, que se reunen para leerla:

"Querido hermano,

Tu sobrina y ahijada se encuentra en grave peligro. En estos momentos es conducida a Altdorf en contra de nuestra voluntad y allí le aguarda un destino más horrible que la muerte misma.

Te ruego trates de salvarla al menos a ella, pues para mi ya es demasiado tarde.

La carta está en manos de un hombre al que considero digno, si afortunadamente es así y llega a tiempo, recompénsalo como es debido.

Tu hermano que te quiere,

Adolf.
"

El grupo se reune rapidamente, abandonando la mansión y parten velozmente tras el rastro del carruaje, al que logran dar alcance en las colinas y asaltan en el vado del río, cuando se disponen a cruzarlo.

Una vez que la joven Hilda es rescatada, ponen rumbo al castillo del Barón Aldrecht Liedenberg donde esperan zanjar este asunto y poder así volver en busca de infame Héctor.



Última edición por Morgan el Dom Jul 04, 2010 1:42 pm, editado 1 vez
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Mensaje  Morgan Dom Jul 04, 2010 12:42 pm

El grupo conduce el carruaje de la joven Hilda Liedenberg hasta el castillo de su tío, donde tras aclarar las dudas sobre su identidad son recibidos cordialmente.
El Barón Aldretch Liedenberg les agasaja en su propia mesa con esquisitos manjares mientras tratan los funestos acontecimientos de los días previos.
Arlington Liedenberg el joven y arrogante hijo del Barón se excusa de un modo no muy cortés, pues no desea permanecer en presencia de hombres de tan bajo linaje.

UNDERWAR 141573140_673357d820

Finalmente concretan con el Barón un plan para acabar con la vampiresa de un modo discreto, pues desgraciadamente es la heredera de las tierras y títulos de su hermano y el ataque no puede realizarse de un modo frontal con tropas sin el consentimiento del Conde Elector que en esos momentos se halla en Middenheim.

El Barón y su escolta acude a Carroburgo para honrar los funerales de su difunto hermano con el corazón ardiendo por los fuegos de la ira y la venganza. Sin embargo no será hasta la recepción de gala en su donde por fin podrán lanzar su ataque.
Mientras tanto el grupo sigue el rastro de Cósimo de Laurentis, o Héctor como se hace llamar ahora y tratan de dar con su paradero. Decepcionados averiguan que ha partido hacia el sur, probablemente a Altdorf y aunque ansían partir tras el y culminar su venganza acuerdan quedarse en Carroburgo y encargarse de la vampiresa primero.

Tras realizar algunas pesquisas e intercambios comerciales, el Barón les proporciona unos elegantes trajes dignos la nobleza y las invitaciones correspondientes para la recepción de gala, donde tras varias escaramuzas logran llegar hasta los aposentos de la viuda negra. Vencida su guardia, la vampira huye con su guardaespaldas por unos túneles secretos y se pierde en la noche.

Al día siguiente regresan a Liedenberghoff y con permiso del Barón, registran las estancias que pueden contener alguna pista. Encuentran los libros que estudiaba Lord Adolf, algunos han sido destruidos pero lo que recuperan les aporta algo de informacion: El difunto habia estado realizando algun tipo de ritual sobre la tumba de su difunta esposa, al tiempo que estudiaba los secretos necrománticos que los eruditos achacan a los Amos de la Noche.
Parece que el fallecido noble trataba de devolver a la vida a su amada esposa con ayuda de los oscuros poderes de alguien conocido como el "Maestro", pero en algun momento se dio cuenta del engaño, aunque ya era demasiado tarde.

Pasn dos dias y no hay rastro de la vampiresa. Los contactos de Barón la buscan infructuosamente pero parece como si se hubiera desvanecido.
Esa noche reciben la visita de un misterioso hombre que dice llamarse Herr Grey. Asegura ser el lider de una organizacion llamada "Los Colmillos Negros" y que han sido contratados para asesinar al Barón y sus hombres. Como ese no es su estilo, puesto que ellos son espias y asesinos, pero defensores del Imperio, ajusticiando a aquellos corruptos y poderosos a los que la ley no alcanza y teniendo en cuenta que estaban siguiendo los pasos de una siniestra organizacion llamada "Los Colmillos Rojos" a la que pertenecen los hombres del tabardo negro, ha decidido intervenir y avisar a sus posibles victimas.
Para no levantar sospechas, ha transferido el encargo a los "Puñales Sangrientos" un gremio de asesinos miserables que hacen de Carroburgo su territorio.
Herr Grey espera evitar de ese modo evitar un conflicto tanto con el grupo como con los puñales al no dar un golpe en otro territorio.
Así mismo les indica los posibles modos de operar de los puñales y les ofrece su ayuda y recursos en Altdorf si finalmente encaminan sus pasos hacia la capital del Imperio


Última edición por Morgan el Dom Jul 18, 2010 4:17 pm, editado 1 vez (Razón : errata por actualización de pj´s)
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Mensaje  Morgan Dom Jul 11, 2010 7:41 pm

- ¿Alguna novedad, hermana?
- Desgraciadamente ninguna Dr. Hauss, una vez que las fiebres aparecen no hay remedio, ni las medicinas que nos ha proporcionado ni las oraciones a nuestra madre Shallya dan resultado.

El Dr. Hauss puso cara de resignación. Era un hombre de avanzada edad, alto, con el semblante pálido y tupida barba. Vestía una túnica que le cubría el cuerpo entero, un extraño sombrero y un bastón con el que se ayudaba a caminar debido a su cojera.

UNDERWAR Hauss

- ¿De cuánto tiempo estamos hablando, hermana?
- Dos o tres días como mucho, depende de lo resistente que sea la persona.

La extraña enfermedad había aparecido unas semanas antes y se iba extendiendo por Altdorf poco a poco. Al principio fueron navegantes y marineros del sector de los muelles, por lo que se suponía que alguno de ellos la había traído de fuera, pero en la capital del Imperio había arraigado y cada vez se volvía más mortífera.

- Dr. Hauss...
- ¿Sí, hermana?
- La madre superiora quiere que sepa que agradece mucho sus ofrendas y donativos. En estos momentos resultan indispensables...
- Gracias hermana, lamento no poder hacer más...

El Dr. Hauss abandonó el templo envuelto en sus tribulaciones. Mientras caminaba por las angostas callejuelas sacó un colgante con forma cilíndrica que llevaba al cuello y tras abrirlo pasó la poma cerca de la nariz. Las aromáticas hierbas le despejaron al instante.
Momentos después se metió en un callejón oscuro y miró detrás suyo disimuladamente. La cojera desapareció como por arte de magia.
Allí le esperaba un hombre.

- Buenos días Dr. Hauss, ¿alguna novedad?
- Ninguna Dr. Hauss, todo sigue igual en el templo.

Rápidamente se intercambiaron el maletín, sombrero, espada, capa y otros objetos.
Mientras el Dr. Hauss se desprendía de la barba postiza y con un trapo se limpiaba la palidez y las arrugas de su rostro, el otro hombre se sumergía en el personaje.
Momentos después por el extremo opuesto del callejón salía cojeando el nuevo Dr. Hauss mientras que por la entrada emergía el encapuchado al que algunos conocían como Herr Grey.

Caminó mezclándose entre la muchedumbre, pasando por Marketplaazt y dirigiendose a la zona baja.
Cavilando en los asuntos en los que los Colmillos Negros andaban envueltos, se preguntó si alguno de sus hombres tendría noticias.
Estaba ese asunto de Hermann Wissenrroy, el extraño encargo que les había llegado, la misteriosa hermandad de los "Colmillos Rojos", la plaga que se cobraba nuevas víctimas en los barrios pobres, los
mercenarios que alguien había contratado para encontrar y acabar con su hermandad, la recompensa por su cabeza y el asunto de los feriantes.

En una lúgubre calleja intercambió unas palabras con un mendigo y le dejó algunas monedas. Después se perdió en un almacén aparentemente abandonado.

Un hombre una vez tuvo un sueño, el de una gran nación que reuniese a todos los hombres en un sólo pueblo y tras mucho sufrimiento lo consiguió. Después vinieron otros hombres, unos para corromperlo y
otros para defender el ideal. Herr Grey era de los segundos y aunque lo fácil hubiera sido dejarlo, pues los negocios legítimos, como la fábrica de jabones de la Sra. Hoffman reportaban grandes beneficios, él no era de esa clase de personas.

- ¿Qué hacemos con el encargo? preguntó Schimdt.
- Es un asunto peliagudo. Mientras vigilamos a los "Colmillos Rojos" nos encargan un trabajito en Carroburgo, que además es territorio de esos miserables "Puñales Sangrientos"...
Déjalo de mi cuenta, ya se me ocurrirá algo. ¿El asunto Wissenrroy? - preguntó Grey.
- Su carruaje tuvo que detenerse en Karlplaazt, el paso estaba bloqueado y le tocó ir andando. Algún desaprensivo le rajó la chaquetilla por la espalda sin que se diera cuenta por la multitud y luego una vieja medio loca tiró de su ropa, dejando al descubierto la marca de Slaanesh. Los cazadores se lo llevaron. Su conclave caerá pronto.
- Perfecto Schimdt, bien hecho. ¿Qué tenemos de la feria?.
- Nada. Llegaron hace cosa de dos meses y como no les dejaron instalarse dentro de la ciudad han acampado en las afueras. Regalan comidas y bebidas de vez en cuando, según dicen las malas lenguas, han conseguido llegar a un acuerdo con un mensajero del mismísimo Emperador de tal modo que éste paga las comidas y así la gente acude a divertirse y se olvida de otras cosas.
- Ya, pan y circo - interrumpió Grey.
- Por lo demás nada raro. Barracas, actuaciones, animales enjaulados. El jefe es un tal Herr Tesney, de nombre Walter. Por lo que he podido averiguar era un mercader carroburgués que se arruinó y con lo poco que le quedaba compró algunas de las atracciones. Tienen alguna máquina muy interesante, de manufactura enana según presumen. Han escavado algún pozo y unas letrinas, parece que pretenden quedarse una buena temporada.
- Ya veo - respondió pensativo Grey - Hans no ha vuelto ¿verdad?
- No y ya hace casi una semana - apuntó el hombre.
- Buen trabajo Schimdt, ten mucho cuidado, Hans también estaba encargado de vigilar la feria. Dile a Herr Strauss que prepare una provisión para la familia de Hans, por si acaso.
- Bien, Herr Grey.

Lazarus Greynarr se recostó sobre la mullida y vieja silla. Le ayudaba a pensar.
La Sombra sacó silenciosamente un cuchillo y lo arrojó contra un diana.
¡Tac! - en el centro.

- Se nos acumula el trabajo - dijo Grey pensativo.
¡Tac!
- Deberíamos ver que está pasando en Carroburgo, cualquiera a los que los "Colmillos Rojos" quieran eliminar puede estar de nuestro lado.

La Sombra le miró de reojo pero permaneció en silencio.

- Sí tienes razón - reflexionó Lazarus - debería ir en persona. Es una buena oportunidad para jugársela a esos desalmados de los "Puñales Sangrientos"... se me está ocurriendo una idea... ¿vienes?

¡Tac! - podría ganarse la vida jugando a los dardos.

- ¡Qué pregunta! - sonrío Grey. Luego se marchó.

La Sombra recogió los dardos y siguió la estela de Lazarus. Apenas si hizo ruido.

Al caer la noche un jinete encapuchado abandonó Altdorf con dirección al Norte.
Unos minutos después los guardias vieron un caballo cruzando las puertas al galope. Se miraron entre ellos con gesto de incredulidad. No parecía montarlo jinete alguno.


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Mensaje  Morgan Dom Jul 25, 2010 1:00 pm

La busqueda del escondrijo de la vampiresa continua hasta que consiguen localizarla en la mansión de un rico comerciante. Se ha alojado junto con su guardaespaldas en la casa de invitados. El grupo consigue obtener información del mercader despechado pues Lady Meribeth se ve casi todas las tardes con Arlington Liedenberg, el hijo del Barón.

Por otro lado se enfrentan a los "Puñales Sangrientos" y su intento de asesinar al Barón, episodio que se salda con un sicario muerto y otro batiéndose en retirada.

Con las espaldas bien cubiertas, el grupo planea su ataque para acabar con la no-vida de Lady Meribeth y sus siniestros planes, tendiéndole una emboscada en los jardines imperiales. Con la sorpresa a su favor esperan un desenlace rápido y fácil, pero Arlington Liedenberg, presa de los poderes de la oscura dama apunto está de cambiar el rumbo de los acontecimientos.

Finalmente el objetivo es logrado pero al volver a Lidenberghauss para ajusticiar al resto de los Colmillos Rojos descubren que alguien ya ha acabado con ellos.
Herr Grey les está esperando con una carta sellada. Entre las joyas de Lady Meribeth han encontrado el collar robado en Middenheim y el anillo que corresponde al sello.
Todos juntos, incluyendo al Barón, leen la carta y empiezan a comprender la envergadura de los acontecimientos:

Amado Padre,

Espero que sus planes sigan marchando tan bien como cuando tuve el honor de ser elegida para servirle en Carroburgo.
Tal y como predijo, el estúpido de Adolph no se dio cuenta de cómo bailaba a su son hasta el final. Una vez desposados y él muerto, su riqueza y posición pertenecen a mi Maestro pues tan sólo soy su humilde representante en esta patética comunidad.

Una vez más, Padre, su sabiduría nos conduce hacia el éxito, pues el joven barón es ya presa de mis encantamientos. Tras el preceptivo luto podré desposarme con ese ridículo petimetre. No dudo que para entonces el viejo Barón ya habrá muerto y mi nuevo esposo heredará el título para mayor gloria de mi Padre y Maestro.

Le ruego acepte estas tres reses como símbolo de mi aprecio y fidelidad. Son buenos lacayos, llevo casi un año usándolos y puedo asegurar que sus habilidades son estimables (para tratarse tan sólo de ganado).
Son fieles y serviciales, pues todos ellos ansían recibir el Don.
Cumplirán bien las ordenes o yo misma me encargaré de que alcancen el más atroz de los finales, pues no son dignos siquiera de servir de alimento a mi Señor.

Suya eternamente,

M.



Las miradas se cruzan, conscientes del peligro que entraña el pensamiento que nace en todos y cada uno de los presentes. Tres han de ser los elegidos para internarse en el hambriento clan y ponerse al servicio de la criatura llamada "Maestro", los otros dos compañeros viajarán con ellos y les serviran de apoyo. Tanto el Barón como Herr Grey prometen toda la colaboración y recursos que tengan a su alcance y tras pertrecharse adecuadamente el grupo parte rumbo a Altdorf y un incierto destino.

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Mensaje  Morgan Lun Ago 09, 2010 4:09 pm

- Bien, chico, tu trabajo consistirá en tirar de la cadena y soltar para activar el fuelle y luego seguir hasta que esos bracillos fofos se parezcan a los de un hombre. Quizá en un par de años puedas forjar tu primera espada.
El joven no dijo nada,
- Necesito que el fuego pase de mil grados para templar un buen hierro y la vieja Merkel empieza a necesitar un descanso.
La burra coceo el suelo en señal de aprobación. - ¿Crees que podrás hacerlo igual de bien que esa pelleja?

El muchacho empezó a tirar una y otra vez de la cadena. Enseguida le dolieron las manos por el roce y empezó a sudar profusamente. Pronto sus brazos, hombros, cuello y espalda se quejaron por el esfuerzo. Todavía le quedaban al menos doce horas de trabajo.

Aunque su padre le había desheredado y condenado a buscarse la vida, al menos por un tiempo, sabía que en secreto le seguía ayudando. El trabajo que acababa de conseguir era muy del gusto de su padre y seguramente aquello no sería casual.

Tres eran las condiciones que el Barón Liedenberg le había puesto a su hijo para regresar al hogar y recuperar su título:

1) Debía modificar su escala de valores.

2) Disculparse ante los hombres a los que había menospreciado y que finálmente le salvaron la vida, a él, a su padre, a su prima y probablemente a todo Middenland.

3) Hacerles entrega de los anillos con el sello del Conde Elector, valiosas joyas que identifican a su portador como hidalgo* de Middenland.

El joven Arlington se sentía perdido, no sólo por haber sido forzado a a abandonar su hogar si no por lo que había sucedido en las últimas semanas.
Siempre había estado rodeado de otros nobles y gente rica, era lo natural para alguien como él y nunca había entendido la manía de su padre de juntarse con la plebe, de comer, beber y batallar junto a ellos... y sin embargo había estado a punto de morir ante esa clase de gente que el consideraba "normal", mientras que unos harapientos que probablemente no tenían donde caerse muertos, habían vengado la muerte de su tío, le habían salvado la vida a él y a su padre y habían acabado con un complot que habría llegado a afectar sin ninguna duda al mismo Conde de Middenland. Se suponía que todo eso debería haber sido su tarea y su gloria y sin embargo había sido más parte del problema que de la solución.

Ni siquiera sabía donde estaban esos hombres de los que debía obtener el perdón, tan sólo conocía vagamente su paradero pues habían partido hacía Altdorf para internarse en un nido de vampiros... ¿qué clase de hombres se internarían en las fauces de la bestía tan alegremente? ¿Era tan poco en lo que estimaban sus vidas? Arlington pensó en toda la gente que había conocido a lo largo de sus jóvenes años, los repasó uno a uno mientras accionaba sin descanso el fuelle. Nadie habría aceptado semejante encargo y sin embargo, estos viajeros que aparecieron de la nada tras rescatar a su prima, tan sólo habían pedido algo de equipo para embarcarse en una epopeya de la que probablemente no saldrían vivos. Arlington no sabía qué hace que un hombre actue de ese modo, pero debía averiguarlo.
Las manos le ardían y el dolor iba en aumento. En breve aparecerían las primeras ampollas que a lo largo del día reventarían, aumentando aún más el dolor. El herrero le dio permiso para parar unos momentos y colocarse unos trapos a modo de vendas. Luego fue a cargar unos sacos de carbón.

Era obvio que los anillos eran un presente envenenado, pues él podría venderlos y conseguir una buena suma en cualquier momento de apuro, pero hacerlo supondría el destierro permanente. Así que tendría que trabajar duro y ganarse el respeto de los suyos para recuperar su vida y aunque dolido en su orgullo, Arlington empezaba a comprender que estaba haciendo lo correcto.


UNDERWAR Cast2i

En primer plano: El Barón Liedenberg.
Detrás de él y de izquierda a derecha: Arlington Liedenberg, Hilda Liedenberg y los dos guardaespaldas de mayor confianza del Barón que permanecieron en Carroburgo con su Señor, Hans y Friederich.

*hidalgo: perteneciente a la nobleza o de sangre noble. Sin embargo la posesión de éste título no incluye necesariamente el dominio de tierras, por lo que muchos hidalgos tienen que ganarse la vida como espadas de alquiler o justando en torneos hasta conseguir tierras. En la novela "EL Lazarillo de Tormes" hay un ejemplo muy bueno.
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Mensaje  Morgan Lun Ago 09, 2010 4:17 pm

Herr Tesney contempló lo que había conseguido en el último par de años. Si alguien se lo hubiera dicho tan sólo unos pocos inviernos se habría reído en su cara.
El negocio de las telas marchaba a un ritmo increible y ganaba dinero a espuertas. Sedas de la lejana Catai, fino algodón de Arabia, lana de Norland... no había material que no trabajase y sus obreros, fieles a la tradición artesana de carroburgo se esmeraban en cada pieza que fabricaban. La vida le sonreía a Walter.
Invirtió gran parte de su fortuna en la primera barcaza de la que sería su flota, el nuevo negocio de la familia Tesney. Con ella transportaría sus productos a Altdorf, se ahorraría muchos costes y tendría una bodega lo suficientemente grande para mover las mercancías de otros mercaderes, por un módico precio, por supuesto.

Pero esos bastardos de Altdorf no vigilaron bien su puerto y en las mismas puertas de la capital su navió fue atacado y hundido por piratas de río.
La buena vida de Walter tocó a su fin. Su mujer se marchó con un mercader de Marienburgo y sus hijos le culparon del fracaso de los negocios. Tan sólo permanecieron a su lado sus nuevos amigos. Ellos ya le habían alertado. Sus prosperos negocios estaban irritando a otros comerciantes y tarde o temprano alguno se la jugaría.
Gracías a sus nuevos amigos se había librado de más de un competidor y sus espías le habían informado puntualmente de los oscuros planes que las sabandijas que se reunían con él en el gremio de mercaderes tramaban.
Habían demostrado ser buenos y fieles, así que cuando todo se fue al garete, Walter decidió cambiar de vida y entrar de lleno en el culto. Sus nuevos amos le ofrecieron una salida digna, comprar unas viejas atracciones de feria y revivirlas.
Eso era algo que Walter podía hacer, levantar un negocio de la nada era su especialidad, así que se puso a ello. Estaba claro que el nucleo debían ser miembros de la hermandad, el resto, feriantes, buhoneros y faranduleros podían ser temporales.
El fin último era marchar hacía Altdorf y sumirla en la misería y el cáos. Y eso complacía en gran medida a Walter. Sus nuevos amigos, una vez más le daban aquello que deseaba.

Herr Tensey tironeó de la cuerda y la campana que anunciaba la apertura de las barracas y atracciones empezó a repicar. La gente ya llegaba con ganas de pasar un buen rato y olvidarse de sus problemas. Walter sonrió para dentro, alguno de aquellos infelices no tendría que volver a preocuparse por sus problemas nunca más.


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Mensaje  Morgan Lun Ago 09, 2010 4:19 pm

Redritch contempló a los tres humanos que habían sido envíados desde Carroburgo. No tenían mal aspecto y parecían capaces y decididos. Una vez más Lady Meribeth había obrado con acierto.
Se dirigió hacía ellos y con una sonrisa burlona les dijo:

"Preparaos, mortales, para servir a mi Maestro por toda la eternidad..."

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Mensaje  Morgan Sáb Ago 14, 2010 1:40 pm

Cada hombre estaba en su posición.
La figura de la capa caminaba entre la multitud. Los gruesos ropajes, y la mochila a su espalda le ayudaban a disimular el tercer brazo con el que Tchenz le había recompensado por su buena labor, algo de lo que se sentía muy orgulloso, aunque sólo puediera exibirlo en su círculo más interno, la Lógia del Cambiador.
Herr Grey observo su caminar bamboleante desde el tejado y levantó su mano derecha con dos dedos estirados.
El resto de los Colmillos Negros se prepararon para el final del mutante. Su hermandad caería después.

- Creo que me ha estado buscando - dijo una voz a pocos metros de la espalda de Grey.

Los ojos del Señor de los Colmillos Negros se abrieron de par en par. Cerro la mano formando un puño y de inmediato se arrojó al vacío.
La caída podía ser mortal, pero quién quiera que fuera que había conseguido ponerse a su espalda sin ser detectado era seguramente más letal que un peligroso aterrizaje.
En su caída se enredó en cuerdas para tender, consiguió girar sobre si mismo y cayó sobre un barrizal de pie. Tuvo que doblar completamente las rodillas y golpear con las manos en el suelo. Rodó para intetar amortiguar la caída y quedó tendido en un charco jadeando.

Para entonces, sus hombres ya habían desaparecido. El puño cerrado les indicaba problemas y la orden era evaporarse.

Grey se incorporó lentamente, nada roto. Se apoyó contra la pared mientras se palpaba las piernas doloridas y escudriñó los tejados en la negra y fría noche de Altdorf.
¿Qué había pasado? ¿Cómo alguien había podido acercarse tanto sin ser visto ni oído?

De repente un impacto sonó cerca suyo. Una figura acababa de aterrizar cerca de él. Tan sólo había necesitado doblar una rodilla para frenar la caída aunque se mantenía flexionado y con los brazos estirados formando una cruz. Una pose teatral dictaminó Grey, para que no hubiera duda de que para su perseguidor no había supuesto ningún esfuerzo.

- Nada de esto es necesario, Herr Grey - Sólo quiero hablar - apuntó el misterioso hombre mientras se ergúia y se sacudía el polvo.

Lazarus Greynard no dijo nada, se envolvió en su capa y se preparó para lo que pudiera pasar.
De pronto se encontro empotrado en la pared, levantado del suelo y con la mano del hombre misterioso manteniendolo en vilo con una presa asfixiante en su cuello. Tan imposible había sido la velocidad del ataque que tuvo la sensación de que el brazo de su agresor se había alargado hasta atraparle y luego el cuerpo se había acercado.

El desconocido mantuvo su ferrea presa mientras le susurraba:
- Ambos queremos lo mismo, nuestro enemigo es común y por lo tanto deberíamos unirnos...

Tres estrellas plateadas surcaron el aire clavándose, dos en la espalda del desconocido y una en su brazo. Grey cayó al suelo mientras desenvainaba una daga que le cortó bajo la axila al misterioso hombre. Una herida no mortal pero sí bastante incapacitadora. Inmediatamente después rodó por el suelo y desapareció tras una repentina explosión de humo.

El desconocido se arrancó las estrellas de la espalda sin mostrar dolor alguno. De su brazo goteaba una herida que lentamente se cerraba. Se mostró en la luz y su rostro escesivamente pálido brilló bajó el farol. Al liberar su brazo de la cuchilla su rostro se torció en un gesto de desagrado, mostrando unos colmillos demasiado grandes para ser humanos.

El viento trajo una voz familiar:

- Mañana por la noche, en la ópera, palco 3.

El vampiro acepto con un movimiento de la cabeza, a sabiendas de que Grey le vigilaba y de que era consciente de su naturaleza, tal y como él había deseado.





UNDERWAR Vampiro2sep
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Mensaje  Morgan Dom Oct 31, 2010 2:41 pm

Tras el breve paso por Bogenhaffen donde el grupo rescata a un sacerdote de Sigmar y a un niño de las garras de los Colmillos Rojos y recuperan el secreto de las palabras de poder, se ven obligados a regresar a Carroburgo a toda prisa.
Una vez corregido el sello de la carta parten de inmediato hacia Altdorf pues el anuncio del fallecimiento de Lady Meribeth de Liedenberg no postergarse por más tiempo.

Con ellos llevan todo el equipo con el que el barón les ha obsequiado, su respeto, bendición y amistad. Herr Grey por su parte también les ha proporcionado preciados objetos para ayudarles en su títanica empresa, así como contactos y refugios en la capital por si necesitan cualquier cosa o si son descubiertos.
Los antigüos manuscritos con los que Adolph Liedenberg intentó descifrar los secretos del poder de los vampiros también son llevados a Altdorf con suma discrección pues la información contenida en ellos es muy valiosa a la par que peligrosa. Si el grimorio o el "Homo Noctis" son descubiertos por los cazadores de brujas o cualquier fanático, la hoguera no se hará esperar para los libros ni para sus portadores.


UNDERWAR Grimorio




Desde la lejanía se puede contemplar la monstruosa urbe de Altdorf, la capital del Imperio.
El viento trae el hedor de sus calles, que se filtra a través de las impresionantes murallas y los enormes edificios. Templos, escuelas de magia y edificios nobles se levantan sobre la línea del cielo, un cielo sucio y gris, envenado por los fuegos de las cocinas y de la industria.
Según os aproximáis veis salir carros cargados con cadáveres en dirección a las piras que incineran a los fallecidos. Aquellos que no gozarán del descanso en los jardines de Morr por haber caído víctimas de alguna extraña y contagiosa enfermedad. Hombres ataviados con disfraces de cuervo, envueltos en trajes y capas de cuero y con máscaras picudas realizan la desagradable tarea.

Algunas carretas se dirigen a la gran puerta, junto a ellos, peregrinos, exiliados, refugiados y los seguidores de algún pelotón. Gente con la que mezclarse para no llamar la atención.


Al llegar a las puertas de la ciudad y contemplar de cerca la impresionante fortificación amurallada uno no sabe con certeza si ha sido dispuesta para defender a sus habitantes o para mantenerlos aprisionados en su interior.

Al adentrarse en sus sucias calles atestadas de gente se puede contemplar la increíble mezcolanza de sus habitantes. Gentes llegadas de los confines más remotos del imperio caminan por el barro dirigiéndose a realizar sus asuntos por legítimos u oscuros que sean. Las edificaciones tampoco dejan indiferente a los extranjeros, estilos de lo más variado y pintoresco se mezclan sin orden ni concierto para formar una de las mayores y más caóticas urbes del Viejo Mundo.
Por todas las esquinas y callejones asoman personajes miserables pidiendo limosna, donativos para algún dios, mezclándose entre los puestos callejeros que ofrecen comida cocinada al gusto de alguna de las provincias. De cuando en cuando alguna alcantarilla se abre y de ella surge un cazarratas, que de llevar su lanza repleta de inmundos roedores recibe gestos de aprobación de la muchedumbre, para luego encaminarse a los tenderetes de comida y recibir unas monedas a cambio de su mercancía.
Huidizas miradas se centran en las bolsas de transeúntes despistados. Un gesto aparentemente distraído de algún desaliñado rostro provoca que algún mocoso choque con el incauto para tras unas apresuradas disculpas desaparecer en un oscuro callejón con el botín.

Buhoneros, mercaderes, vendedores ambulantes, repartidores de panfletos, algún revolucionario sometido a un estrecho marcaje por la guardia que bien podía emplear su tiempo en mejores cometidos. Mujerzuelas ofreciendo sexo sin pudor alguno por unas monedas o algo de comer, elegantes lacayos portando mensajes de sus señores, tenderos, ladronzuelos, mercenarios, sicarios, tahúres, trovadores, recolectores de cadáveres... y camuflados entre ellos lo más repugnante de la raza humana, sectarios, adoradores de los poderes ruinosos, mutantes y esclavos de aquellos a los que habéis venido a servir, los vampiros del clan Colmillo Rojo.

En la parte noble de la ciudad se encuentra la mansión de los Colmillos Rojos. El edificio, pegado a otros de su entorno, tiene una gran puerta de carruajes, cerrada por un gran vallado y guardada en su interior por dos alabarderos que visten el tabardo negro. De la pared del edificio sobresalen mástiles con banderas decoradas del mismo modo. Las ventanas bajas están enrejadas y al igual que las de los pisos superiores parecen estar tapadas por gruesas cortinas. El edifico aunque lujoso, parece haber vivido mejores tiempos, algunas piezas de la mampostería han sufrido los rigores del frío y la humedad, las enredaderas han invadido las paredes y no parece que nadie se halla preocupado por ello. La mansión emerge de la penumbra, ensombrecida, como si el mismo sol se hubiera olvidado de ella o simplemente le diera miedo acercarse.



Al presentarse a los alabarderos les pedirán que esperen unos momentos. Un tercer guardia que estaba en una garita camina hacia el interior de la mansión y regresa tras unos minutos con un individuo bien vestido, el semblante cubierto por la capucha de su capa y que camina de un modo algo raro.
Sin desvelar su rostro espera a que el guardia le muestre la carta de presentación. Sus manos huesudas, lechosas y temblorosas agarran el rollo de papel que le da el guardia, rompe el sello y tras leerla unos segundos le ordena al soldado que abra las puertas.
Os hace un gesto para que le sigáis y camina hacia el interior del patio.
Una vez dentro del recinto, caminando por el suelo empedrado os percatáis de que tras el vallado y a no muchos metros de distancia, se accede a la puerta principal. Sin embargo el tipo que os guía pasa de largo y continua caminando hacia el final de la edificación de donde proceden ruidos como de pelea. Al llegar a la esquina gira a su izqda y podéis ver una explanada donde varios grupos de hombres entrenan con distintas armas. Unos metros más allá están las cocheras y caballerizas.
El individuo cuya extraña manera de andar se hace cada vez más patente os señala los establos y se dirige a una puerta que parece de servicio mientras habla con uno de los que están entrenando. Luego desaparece por la puerta tras subir los peldaños que la separan del suelo.


El interior de la mansión corresponde a lo visto fuera. Lujosa pero algo descuidada. Las gruesas cortinas impiden que la luz entre por lo que cientos de velas y lámparas se mantienen encendidas día y noche.
Siguiendo a Redricht cruzáis varios salones y llegáis a la entrada de una gran sala donde varios hombres parecen estar charlando. Dos de ellos parecen estar discutiendo. Mientras uno, sentado y de espaldas a vosotros parece intentar dialogar, el otro parece enfurecido. De repente le arroja el atizador del fuego que se clava en el respaldo del sofá donde debería estar el otro hombre. Donde quiera que se haya movido ha salido de vuestro ángulo de visión a una velocidad imposible.
El rostro del hombre de al lado de la chimenea se ha transformado en una grotesca caricatura de la vida humana, los ojos enrojecidos y brillantes, el pelo erizado, el cuerpo encorvándose mientras la musculatura del cuerpo se tensa presta para la lucha. De sus manos han surgido unas enormes uñas duras y afiladas como el acero de las dagas.
Al percatarse de vuestra presencia sus facciones se relajan y vuelve a su ser de inmediato.

- Que nuevas nos traes, Redricht, el más arrastrado y deforme lacayo de mi padre… tal vez algo que nos libre del eterno tedio de nuestras vidas… Este ganado que te acompaña parece más sabroso que el último…

- Mi Señor Corbitt, lamento que no sea así. Estas criaturas son un presente de vuestra querida hermana Meribeth para mi Amo y Señor, vuestro amado Padre.
En realidad vengo a ver a Héctor.

Varios sirvientes se aprestan a apagar las crecientes llamas del sofá y lo retiran con premura.

El infame individuo sale de la habitación y os llevan a una sala contigua. Héctor lee la carta y le dice a Redritch:

- Infórmale, tal vez quiera probarlos…

Redricht desaparece tras una puerta. Héctor os mira de arriba abajo con una mueca entre el desinterés y el asco.

- ¿Cómo os llamáis?

Tras poner a los novatos en su sitio continua:

- ¿Sabéis por qué estáis aquí?. Por qué buscamos a lo mejor de lo mejor de lo mejor. Es evidente que con vosotros nos hemos confundido. Nosotros y la puta madre naturaleza. Pero veremos que se puede hacer con escoria como vosotros.


Redricht aparece portando tres tabardos negros con el emblema de los Colmillos Rojos.

- El Maestro está ocupado ahora mismo. Los verá más adelante. Son todo tuyos, Héctor.

Muy bien señoritas, ya han oído. Esta noche, idos a la ciudad a restregar vuestras pichitas con vuestras, novias, madres u ovejas que es de lo que tenéis cara. Empapaos de esta mierda de ciudad. Conoced sus calles, sus tugurios, sus negocios, su gente… para que así cuando matéis, violéis o robéis a alguien sepáis exactamente a quién estáis jodiendo, por qué dentro de una semana vuestros culos serán míos.
Y ahora fuera de mi vista, basura.

Tras la "cordial" bienvenida el grupo se junta de nuevo y van en busca del Buho Negro, la taberna en la zona del mercado donde deben verse con Grey. Allí les llevan a su alojamiento y les presentan a los que serán sus sirvientes en el tiempo que permanezcan en Altdorf. Greg Smidcht, un muchacho que se encarga de los establos, los caballos, algunas compras y lo que vaya surgiendo y froilain Ruth Wailer, que se encarga de la casa y la cocina.

Tras un par de días de aclimatamiento el grupo se une a una expedición que Herr Grey ha preparado a unas extrañas catacumbas.





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Mensaje  Morgan Dom Oct 31, 2010 3:23 pm

El látigo restalló en el viciado aire de la cueva. El cochero quería llegar cuanto antes pues era muy consciente de lo peligroso que podría ser tardar demasiado. Si esas estúpidas cosas-hombre no dejaban de correr todo iría bien.

La ratoneta aún estaba en pruebas, pero dada la premura con la que Vidente Gris Iyikishii había recibido las ordenes del Consejo de los Trece era lo mejor a lo que podía optar. Temblaba como una cría de skaven a la que aún no le ha crecido lo suficiente el pelo y era tan incómodo como un cuchillo ensangrentado en la mano y el cadaver de un superior a tus pies cuando se acerca la guardia.
El invento del clan Skyre era toda una proeza tecnológica digna del superior intelecto de los skaven. En vez de fustigar con el látigo a las bestias de tiro, normalmente ratas gigantes, los ingenieros-brujos habían atado un grupo de cosas-hombre al eje de la ratoneta. El cochero usaba su látigo para que se moviesen y las ratas gigantes trataban de comerse a las cosas-hombre. Sencillo y eficaz. Bueno, a veces después de unas horas corriendo las estúpidas cosas-hombre se paraban, las ratas los alcanzaban y se armaba un lio bien gordo, con el consiguiente engorro de tener que traer otras cosas-hombre y normalmente otras ratas ya que las muy apestosas se negaban a tirar del carro cuando tenían la tripa llena.


Entre los más notables de su raza, Iyikishii había sido elegido por el Consejo de los Trece para dirigir la Gran Ceremonia de Bajoaltdorf. Era un enorme honor, sólo digno del gran Iyikishii, un signo más de que había sido elegido por la Gran Rata Cornuda para llevar a su raza, los Skaven, a ocupar el lugar que les correspondía en el Viejo Mundo.
Claro que para eso primero tendría que reclamar el asiento que le correspondía en el Consejo.


UNDERWAR Clanpest


Su anteriores logros le habían abierto las puertas de Bajoaltdorf, la batalla de Minastiritas donde había derrotado a esas cosas-barbudas a pesar de sólo contar con una superioridad de doce a uno. Vidente Gris Iykishii había sido el único en darse cuenta de que los enanos tenían una capacidad limitada de matar y había mandado una escuadra tras otra hasta que rebasaron esa capacidad. Aquel fue un gran día para la raza Skaven, bueno, al menos para los que sobrevivieron.
O la victoria sobre los goblins en Yanohaycueva donde aprovechando los inventos del clan Skyre, lo había volado todo por los aires. Una pena que dentro del clan Eshin hubiera tantos traidores y que colocaran demasiadas cargas cuando él había ordenado sólo la mitad. Afortunadamente todos murieron en la explosión junto a las cosas-verdes. Además estando toda la cueva hundida hasta los cimientos se impediría que los goblins volvieran a internarse en territorio skaven. Otra gran victoria para Iyikishii.

Realmente sus predecesores y maestros podían estar muy orgullosos de él, si no estuvieran todos muertos, claro. Iyikishii recordó a Vidente Gris Shilikilib, su mentor, que desgraciadamente murio al caerse dieciseis veces sobre un cuchillo. O al jefe de garra Hocicosangre que murió asesinado por un traidor del clan Eshin. O a su fiel servidor Puñaladavil, del clan Eshin que murió envenenado por un comerciante traidor en Plagaskaven. O a Roeroñas, un vendedor que ardió dentro de su puesto, aunque nadie entendiese por qué provocó un derrumbe en la salida de su tienda mientras se quemaba.
Bueno, tampoco merecía la pena recordarlos mucho, la mayoría eran unos skaven malnacidos y desde luego no contaban con el favor de la Gran Rata Cornuda como Iyikishii.

Los tratos con las cosas-hombres en Carroburgo también habían supuesto unos inesperados resultados para el Vidente Gris. Entre otras cosas Iyikishii había aprendido a liar cigarrillos para fumar, un vicio que debilitiba a las cosas-hombres, pero él, con su superior perspicacia, le añadía pequeñas piedras de disformidad consiguiendo un producto distinto. Otros Videntes Grises esnifaban polvo de piedra o incluso la ingerían. Esto aparte de aumentar sus poderes mágicos, les producía una sensación de euforía acompañada de paranoia y otros efectos secundaríos poco agradables. El consumo de Vidente Gris Iyikishii le confería más poder, sí, pero a cambio de un extraño gusto por vestir de muchos colores, un desmesurado crecimiento de su cuero cabelludo y una más que peligrosa sensación de calma y relajación.
Se había incluso sentido inspirado para crear algún que otro estribillo de una melodía:

"No llores roedor,
Noooo llores roedor,
Todo va a salir bien..."



El Vidente Gris contempló a los lideres que tenía ante él. Representantes de los clanes más importantes estaban a sus ordenes, o al menos eso decían, pues Iyikishii podía oler a los traidores a kilómetros y sus nuevos aposentos apestaban a almizcle del miedo y a puñalada por la espalda.

Mientras les imprecaba las ordenes que cuidadosamente había planeado en la ratoneta, se paseaba delante de sus subordinados: asesinos, rastreros, envidiosos, traicioneros, viles, tendenciosos, despreciables y absolutamente prescindibles. La élite de la raza skaven puesta a sus pies...
Entonces observo como uno de ellos no tenía ni la cabeza ni las orejas gachas, ni siquiera prestaba atención a sus chillidos... parecía mirar a la lejana pared de roca e incluso levantaba un brazo como si quisiera señalar algo... semejante falta de respeto merecía una lección clara y concisa. Además, sentaría un buen precedente para todos aquellos que osasen poner en duda las ordenes o decidiones del Vidente Gris.

- Si mi arenga o los dictámenes del Gran Consejo le están haciendole perder su valioso tiempo, tal vez Trescolmillos-lengualarga debería decirlo y a lo mejor hasta debería callarme para no interrumpir sus profundas reflexiones... - chilló irónico Vidente Gris Iyikishii.

El resto de los rátidos dieron un respingo y se les erizó el pelaje del cogote. Instintivamente se deslizaron hacía los lados. Cuando Trescolmillos-lengualarga miró a su alrededor se encontró sólo, muy muy sólo.

- ¡¡¡IIIIiiiichhhh!!! - chilló Trescolmillos al tiempo que se arrojaba al suelo - oh mi señor, el más sabio y sagaz de los videntes grises, de absoluto poder y magnánimo espíritu... su fiel servidor no osaría desatender los chillidos de mi amo pero es que en esa pared de roca, juraría haber visto a unas cosas-hombrAAAAAaaaaggggggggg-IIIIIchiiiichhh....

Un olor a carne quemada y pelo achicharrado colmó el ambiente y mientras una esfera de luz se consumía en la mano del Vidente Gris. También lo hacían los huesos de Trescolmillos-lengualarga.

- Bueno, si ningúna otra rata pulguienta desea intervenir, me gustaría acabar pronto - masculló Iyikishii.
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Mensaje  Morgan Dom Nov 07, 2010 7:15 pm

La nota hallada en el cubíl de Vidente Gris Iyikishii:


Estimado Iyikiyshii,

Tal como te prometí, la base está consolidada y hemos accedido al nivel de las cavernas. Los estúpidos de Altdorf no sospechan nada, sino más bien lo contrario, están encantados con nuestra presencia e incluso nos dan dinero para mantenernos aquí.
He capturado unos cuantos especímenes que ansío poder entregarte en persona como muestra de nuestra amistad y ni que decir tiene que por nuestra parte todo estará listo para la Gran Ceremonia.
Los compañeros de Carroburgo informan que la mina está casi agotada, pero que aún así han obtenido incluso más piedra de la que solicitaste. Lástima que muchos de ellos no puedan disfrutar de nuestro éxito puesto que la Gran Rata Cornuda no los ha escogido y debido a su lamentable aspecto serán sepultarlos en la propia mina.
En breve nos harán llegar el cargamento y puntualmente te informaré de ello.
Así pues, todo son buenas noticias y como ya te comenté por nuestra parte todo estará listo para la Gran Ceremonia, que sin duda será tu consagración.

¡¡Gloria a la Gran Rata Cornuda!!
¡¡Gloria al grande gran Iyikiyshii!!
¡¡Gloria a la Hermandad del Colmillo Amarillo!!


Walt.
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Mensaje  Morgan Dom Nov 07, 2010 7:40 pm

- ¿Tenemos un trato, entonces, Herr Grey?

- Lo tenemos, vampiro. Nos ayudarás a destruir a tu clan. A cambio no intentaremos nada contra ti ni contra aquellos que escojan servirte y alimentarte de un modo voluntario.

A Grey no lo gustaba nada el trato que acababa de cerrar pero era consciente de que por el momento no había nada mejor. Sus recursos, sobre todo en personas de confianza eran limitados y después de lo que sus aliados acababan de revelarle se daba cuenta de lo crítica de la situación.
Embarco de inmediato hacía el Norte. Llegaría a Carroburgo al día siguiente, tiempo para reflexionar y atar algunos cabos del plan que estaba cerrando. El futuro más inmediato del Imperio estaba en manos de un niñato imberbe, un vampiro y un grupo de valientes.
Esos tipos no dejaban de sorprenderle. El barón y él mismo les habían propuesto adentrarse en un nido de vampiros y habían aceptado. Para eso tenían que ser unos locos o unos tipos increiblemene competentes. Y ahora lo de los skaven y sus complices del Colmillo Amarillo.
Grey creyó que nunca los volvería a ver cuando el tunel se derrumbo, pero sorteando quién sabe que clase de peligros consiguieron llegar al misterioso poblado. Allí Grey perdió todas las esperanzas cuando contemplo el asalto final de los skaven y la casa estallando en una bola de fuego. Los tipos no sólo sobrevivieron a eso, sino que además consiguieron regresar a la superficie y traer información que relacionaba a la feria con el culto de la Rata Cornuda y la siniestra ceremonia que pretenden llevar a cabo.
Grey se sintió orgulloso y feliz de que esos justicieros estuvieran de su lado, desde luego tenían un potencial increíble.




Vidente Gris Iyikishii se relamió los hocicos mientras se preparaba uno de sus cigarrllos. Introdujo el tabaco que la cosa-hombre Tesney le había proporcionado y luego desmigó un poco de piedra de disformidad en él. Cuando terminó de liarlo se acercó a una lampara y lo prendió de un punta mientras daba unas caladas. Una sensación de calma lo invadió casi de inmediato.
Las cosas-hombre que andaban pululando por Bajoaltdorf, no mejor dicho, por SU ciudad skaven habían muerto a manos de los guardias de las cuevas. Una lástima que les hubieran comido hasta los huesos y no hubiera quedado ni rastro de ellos. Al Vidente Gris le hubiera gustado usarlos para reemplazar a sus esclavos muertos.
Miró al mensajero que estaba arrodillado en el suelo con los brazos estirados y el hocico pegado al suelo, esperando sus ordenes.
- Ve a la superficie deprisa-deprisa. Dile a la cosa-hombre que envié el cargamento pronto-pronto.
El mensajero abandono la estancia mientras Iyikishii tarareaba una melodía...
Todo estaba saliendo según lo previsto, la ceremonia se celebracía puntualmente y sin duda sería la consagración del Vidente Gris, que pronto podría reclamar el asiento que le correspondía en el Gran Consejo.


RECUERDO CUANDO SOLÍAMOS SENTARNOS
EN EL CUBIL DE PLAGASKAVEN
OBSERVANDO A LOS TRAIDORES
CÓMO SE MEZCLABAN CON LOS BUENOS SKAVEN
BUENOS ESCLAVOS HEMOS TENIDO, OH BUENOS ESCLAVOS QUE HEMOS PERDIDO A LO LARGO DEL TUNEL
EN ESTE PROMETEDOR FUTURO NO PUEDES OLVIDAR TU PASADO
ASÍ QUE SECA TUS LÁGRIMAS TE DIGO

NO LLORES ROEDOR
NO LLORES ROEDOOOOOR
TODO VA A SALIR BIEN...




Walt volvió a la feria eufórico. Tenia el permiso de su buen amigo Iyikishii para seguir adelante.
Cogió la bandera que hacía unos meses había pintado y la colocó en el mástil.
La contempló con satisfacción mientras el resto del personal de la feria miraba sorprendido. Unos, los comlices de Tesney sabían lo que significaba. El restro de los trabajadores les pareció una curiosidad graciosa.

Luego se dirigió a un carromato que hacía las veces de almacen y sacó unas cajas de muñecos de trapos que se venderían esa misma tarde en las casetas. Tenían el mismo semblante que su bandera.

Walt Tesney la contempló de nuevo y se rió.





UNDERWAR Rickysk





Héctor le pateó el estomago una vez más.
Lucius estaba tirado en el suelo en un charco de vómito y sangre. Había perdido tres dientes y probablemente la visión del ojo derecho. Tenía rota la nariz y un par de costillas.

- Te dije que los trajeras, estúpido bastardo. A mi qué coño me importa que tengan diarrea o que se estén muriendo, cabrón de mierda. Si te digo que los traigas, los traes. Como si te utlizan a ti de letrina. Ahora recoge tus putos dientes y lo que te quede de orgullo y traeme a esos mierdas.
Acaban de anunciar que la hija del Maestro ha muerto y ellos probablemente fueron de los últimos en verla.
Quiere hablar con ellos y por su bien espero que sus respuestas le calmen.




- Mi negativa es rotunda no hay nada que hacer - dijo el Barón.
Grey permaneció en silencio. Fue Arlington el que habló.
- Tiene razón padre, no podemos hacer otra cosa. No podemos permitir que se sepa lo de la vampiresa y menos aún que tenemos adoradores de los skaven aquí mismo.

Desde que Arlington conociera a aquel grupo de harapientos pero valientes que salvaron su ciudad había cambiado mucho. Se preguntaba que hacía que un hombre se internase en un nido de vampiros del que probablemente no saldría vivo, pero quería averiguarlo. El destino, curiosamente, le había reservado la oportunidad de hacerlo. Enfrentado con su familia y desheredado por su propio padre hasta que cumpliera unos requisitos se había convertido en el candidato ideal.
En Carroburgo todo el mundo era consciente del castigo que el Barón había infligido a su propio hijo y la situación era aún más extraña al anunciarse el falleciemiento de la viuda de Adolph Liedenberg.

Desde luego, estando así las cosas a ningún miembro de los Colmillos Amarillos le extrañaría que un despechado como Arlington se conviertiera en miembro de la hermandad.

- Voy a hacerlo padre. Se lo debemos a esos valientes. Herr Grey, por favor disponga lo necesario para que esos hombres estén puntualmente informados de lo que averigüe.

Herr Grey miró al Barón que guardaba silencio, apesadumbrado, antes de asentir con la cabeza.
No podía enfrentarse a los vampiros del clan Colmillo Rojo, ni contra un siniestro brujo skaven y sus aliados ansiosos de llevar a cabo una ceremonia.
Pero lo que si podía hacer era enfrentarlos entre ellos para que ambos bandos se destruyesen. Después, los Colmillos Negros ya se encargarían de lo que quedase.

Vampiros contra Hombres-rata en las profundidades del Imperio.
Underwar: la Guerra de los Colmillos acaba de declararse.
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Mensaje  Morgan Dom Nov 14, 2010 4:25 pm

Con el anuncio de la muerte de Lady Meribeth, los Colmillos Rojos reclaman la presencia de los nuevos candidatos.
El Maestro, ciego de ira envía al grupo de vuelta a Carroburgo con la promesa de que o vengan la muerte de su hija y recuperan el collar o Él mismo les arrancará el corazón.
Tras un escatológico viaje en barcaza con frecuentes visitas a la borda, los más enfermos se quedan en la posada mientras que los sanos se entrevistan con el Baron y con Herr Grey que ha viajado también a Carroburgo para investigar a la Hermandad del Colmillo Amarillo.
Las tres partes acuerdan que el grupo cazará a los verdaderos aspirantes, en parte por castigo y en parte por que podrían poner en peligro su tapadera. Herr Grey se compromete a consguir o falsificar pruebas que relacionen a los aspirantes con el culto de la Rata Cornuda, para de este modo entrentar a tan terribles enemigos.
A la mañana siguiente el grupo recibe la visita de Arlington Liedenberg quien se disculpa por su anterior actitud y les hace entrega de los anillos que les identifican como hidalgos del Condado.

Tras varias pesquisas localizan al primero de los aspirantes y tras algunas argucias logran aislarlo y darle su merecido.

La distinta naturaleza y procedencia de los integrantes del grupo empieza a crear roces entre ellos y surgen las primeras disputas por el modo de llevar el asunto.

Mientras tanto Morgan, el más afectado por la enfermedad contraída en los túneles de los skaven aprovecha su internamiento en la posada para seguir desentrañando los misterios del Homo Noctis, el impío manuscrito hayado en Liedenberghoff, con la esperanza de que los conocimientos que contiene les ayuden a acabar con la abominación de los no muertos.
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Mensaje  Morgan Sáb Dic 11, 2010 2:37 pm

Con los ánimos algo más calmados pero aún algo tensos, el grupo continual indagando para descubrir a los candidatos.
Siguen el rastro de una dama llamada Lady Marien, con una misteriosa dirección en la zona de los muelles.
Tras muchas pesquisas encuentran un bergantín a punto de zarpar llamado Lady Marien y deciden subir a bordo costeándose un pasaje para desenmascarar al aspirante.
Sin embargo, una vez a bordo, invitados a cenar con el infortunado Capitán Jacks Parrot, descubren que habiendo perdido un par de cargamentos por culpa de una tormenta y unos piratas se encuentra arruinado y a punto de perder su navío, por lo que está realizando trabajos para un sr. del crimen que le hace traerle perfumes, vestidos y telas exóticas desde Marienburgo y otros lugares.
Una vez descubierta su siguiente víctima el grupo se enfrenta a un motín por el control del navío y su valiosa carga, una situación de la que consiguen salir más a base de esfuerzo y acero que de ingenio.
Recuperado el control y estando los amotinados a buen recaudo en Altdorf surge la oportunidad de regresar a Carroburgo con nuevas mercancías y así obtener unos suculentos beneficios.

De vuelta en Carroburgo, el Capitán Jaks Parrot les presenta a su armador y enemigo, quién les agradece el salvamento de su carga mediante invitaciones e información de apuestas amañadas, así como la posibilidad de trabajar para su organización.
Aceptando sus diversos "ofrecimientos" consiguen acceder a su guarida y acabar con él.
Desgraciadamente el ruído de los diversos enfrentamientos, así como la huída de la clientela de lugar alertan a la guardia quien aparece y detiene al grupo.
El Capitán de la guardia, que ya conoce a los recientes hidalgos de Middenland les retiene tan sólo el tiempo necesario para que el Barón acuda y confirme la historia.
Aprovechando la noche y la cobertura de la guardia abandonan Carroburgo con suma discrección por la puerta Norte evitándo así posibles represalias y en busca de su siguiente objetivo, una banda de forajidos que se oculta en los peligrosos bosques del Drakwald.
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Mensaje  Morgan Sáb Dic 18, 2010 1:56 pm

Dejando atrás las últimas aldeas humanas en los lindes del Drakwald, el grupo se adentra en el peligroso bosque, famoso por la corrupción que mora en él.
Durante dos días recorren su espesura apartándose de los pequeños riachulos y buscando signos que puedan ayudarles a dar con los bandidos.
El otoño cubre el suelo de hojarasca haciendo más dificil aún encontrar algún rastro pero la perseverancia de los rastreadores termina dando su fruto: unas huellas humanas se encaminan al norte, lo que parece una patrulla o un grupo de exploración.
Con renovado ánimo el grupo pone rumbo al norte, siguiendo el rasto hasta que un nuevo grupo de pisadas se mezclan con el anterior. Un grupo de hombres bestias parecen estar también siguiendo el rastro.
Extremando las precauciones continuan avanzando unos pocos kilómetros más hasta que el ruido de combate les hace involucrarse en una emboscada que los hombres bestía han preparado al grupo de bandidos.
Los Gors no son rivales para el cada vez más experimentado grupo de aventureros y acaban con ellos sin muchos problemas. Sin embargo sólo han podido rescatar a uno de los forajidos que además está moribundo.
Con el poco aliento que le queda, el secuaz de Robert de Drakwald les insta a partir inmediatamente más la norte y buscar una cascada, pues sus vidas están en grave peligro.

Finalmente consiguen llegar al campamento de los fugitivos, donde para su sorpresa encuentran familias, mujeres, niños y muchos guerreros tullidos.
Robert de Drakwald fue un capitán de Middenheim que combatió contra las hordas de Archaon y sufrió la pérdida de muchos buenos hombres. Al terminar la contienda los que sobrevivieron a sus terribles heridas y mutilaciones eran incapaces de mantener a sus familias y nadie se ocupó de aquellos que tanto habían dado por proteger a muchos otros... comerciantes, nobles y gente adinerada obviaba el sufrimiento de aquellos que les habían protegido aún a costa de sus vidas...
Ante tanto dolor e injusticia el capitán reunió a los hombres que le quedaban y partieron hacia el Drakwald donde durante el último año han estado viviendo como bandidos, asaltando los cargamentos de aquellos que no les ayudaron y dando así una oportunidad a sus hombres.
De los vampiros lo único que le interesaba era el tesoro que Lady Meribeth estaba acumulando, que le hubiera permitido sacar a su gente del bosque y llevarlos a un lugar mejor, tal vez incluso comprando unas tierras.

Todo eso ya carece de importancia pues una gran hueste de Gors se dirigen hacia el campamento y las escasas horas que faltan para el amanecer deben emplearse en preparar las defensas y guarecer a los más débiles.
Conmovidos por la situación de los refugiados el valeroso grupo de justicieros decide quedarse y hacer frente a los corruptos hombres bestias aunque esto pueda significar su final.
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Mensaje  Morgan Sáb Dic 18, 2010 2:01 pm

El minotauro clavó una rodilla en la tierra y se inclinó ante su amo, el mismo que hace años esquivó magistralmente su brutal acometida y le lanzó un golpe con el hacha que le arrancó parte del lado derecho del rostro, dejándole tuerto y arrancándole uno de sus enormes cuernos. Aquel día también quedó claro quien era el señor de la manada.
A cambio Garbaad le recopensó con más batallas, muerte y casquería de la había disfrutado nunca. El minotauro nunca había sido tan feliz.
Extendió su capa de pieles para que su señor se subiera encima, como otras veces.
En la distancia parecería una enorme roca sobre la que su lidar ordenaría a las tropas.

Garbaad contempló a los pateticos humanos que se habían esmerado en levantar unas ridículas defensas.
Miró a su alrededor y farfulló instrucciones en la lengua oscura de los hombres bestía. Desde la llamada a la grey su hueste había aumentado considerablemente, aunque era sólo el principio.
Tal y como había prometido a las otras tribus, antes de acabar con sus respectivos líderes, esa noche tendrían un banquete de carne y visceras humanas.

Levantó su estandarte y rugió su grito de guerra.

Los gors fustigaron a los miserables brays, hiriendo, golpeando y acuchillando a muchos de ellos para que se lanzaran a la suicida carga que su amo ordenaba.

La oleada duró apenas unos minutos. Los cuerpos de al menos cincuenta ungors y brays yacian en la explanada, chorreando sangre, mutilados, gimientes, destripados... muchos habían quedado enterrados bajo otros cuerpos en la línea de trincheras con estacas que habían preparado los infames humanos. Otros estaban empalados en las maderas que formaban la empalizada y los más afortunados habían llegado casi a tocar su recompensa, cayendo dentro del campamento enemigo.

El ataque había sido un éxito y Garbaad se felicitó por ello. Los enfermizos y enclenques brays habían cumplido su objetivo. Sus cuerpos descuartizados cubrirían la zanja, anulando las estacas y facilitando el paso a los verdaderos guerreros de su hueste. Algunos cuerpos podrían incluso ser recogidos del suelo y cargados a hombros en el avance para servir de escudo frente a los proyectiles enemigos. Garbaad se encargaría más tarde de los cobardes que lo hicieran.

Escupió al suelo y se restregó el antebrazo por el morro. El flanco izquierdo había resultado lamentable, casi llegó a caer con la triste acometida de los ungors que de hecho habían conseguido causar unas cuantas bajas. El lado derecho del ataque había chocado con la eficacia de un contigente bien adiestrado y experimentado, reforzado por magia poderosa.
Los humanos, tan miserables y estúpidos como siempre habían mostrado todo su poder en el primer intercambio de golpes.

El Campeón de las bestías miró a su consejero y cruzó gruñidos con él.

- ¿Que has visto, Morador De Sombras?
- Muerte y festín de sangre, mi Señor, antes de que salgan las lunas. Sus pateticos enemigos no podrán hacer frente al poder de nuestros Destructores.
- ¿Y el mago?
- He visto la oscuridad en su interior, es fuerte con el Dhar... si se le pudiera atraer se convertiría en un poderoso aliado.
-¿Puede hacerse?
- se unirá a nosotros o morirá, mi Señor.

Garbaad dirigió su mirada de nuevo a sus hombres bestía, los gors y bestigors daban gritos, aullaban, golpeaban sus escudos y mordían los filos de sus hojas produciendose heridas y cortes sangrantes sucumbiendo a la cólera y la ansiedad, al frenesí de la batalla.
Su gesto se torció en una mueca de alegre sadismo, levantó de nuevo su estandarte y profirió las últimas ordenes.

Un gutural y salvaje bramido resonó en el Drakwald y las bestias se lanzaron a la carga definitiva.

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Mensaje  Morgan Dom Dic 19, 2010 5:38 pm

Una sensación gélida caló hasta los huesos de los defensores. Se miraron unos a otros esperando encontrar ánimo y valor en los rostros de sus compañeros, pero salvo alguna plegaria a Sigmar, el silencio era espeluznante.
Tras la horda de gors cargo el lider de la manada, un brutal amasijo de musculos, cuernos y acero, pero aún más temible fue la mounstruosa silueta que se levantó tras él, al tiempo que lanzaba un ensordecedor bramido.

- ¡Tienen un minotauro! - se oyó en el campamento.

Cortinas de fuego se levantaron justo delante de la barricada y las flechas de Yavandir Vallefresno volaron hacia la tormenta de bestias que cargaban contra ellos profiriendo gritos de salvaje ansiedad.

- ¡Quietos! ¡Aguantad la posición!... ¡Ahora! - el otrora capitán Helmut Strasser daba instrucciones a sus hombres en el flanco izquierdo y una lluvia de flechas paró en seco el avance de los primeros gors.


En el flanco derecho tres bestias surgieron del fuego y empezaron a escalar la barricada. Uno de ellos se encontró frente a Azham Kargunson que le lanzó un tajo a las rodillas haciendole caer de nuevo a las llamas entre gritos de frenético dolor.
El segundo hombre bestia se agarró a los troncos y bramó lleno de furia. Entre la humareda surgió la figura de Alonso Guzmán pistola en la mano.
- Vos, aclarese la garganta, no le entendí.
Fogonazo.
Los sesos de la bestia se esparcieron por las dos filas que venían detrás. Los gors se relamieron y atravesaron las llamas.
En apenas unos segundos una docena de gors y bestigors comenzaron a trepar por los maderos.
Los defensores empujaban, acuchillaban y golpeaban sin descanso pero la oleada de bestias parecía no tener fin.
La sangre de las criaturas del caos les chorreaba por la cara y el pelo, empañándoles la visión por momentos. Bolas de fuego bolaban por encima de los troncos, golpeando y abrasando por doquier. Los cánticos de Steiner alabando a Sigmar infundían renovadas energías a los guardianes del campamento al tiempo que crujía la rodilla de una de las blasfemas criaturas que trepaban por la empalizada. Morgan destripaba a un gor al tiempo que Guzmán atravesaba el brazo de un adversario con la espada y desviaba el golpe de otra con la daga zurda.
Las espadas gemelas de Yavandir Vallefresno danzaban en un baile mortal reflejando el brillo del fuego y regando con sangre impía el campo de batalla. Un poderoso hachazo de Azham Kargunson golpeó a un hombre bestia en la ingle devolviendole al fuego con un agudo chillido mientras se llevaba las manos al lugar que un día ocupó su masculinidad.

Morador de Sombras se maldijo a si mismo, había avanzado mezclándose entre el restro de gors para pasar desapercibido y aunque su argucia había tenido éxito, el miserable mago había resistido por dos veces sus intentos de controlarlo. Cuando dos bolas de fuego impactaron sobre el pectoral de placas de Garbaad sintió la mirada de su lider clavándosele como afiladas dagas de hielo. Garbaad apenas si sufrió daño por aquello, pero le había ordenado a Morador que se encargase del hechicero y aun no lo había hecho.
El chamán tragó saliva y se dispuso a invocar a un demonio. En sus manos despachurró el corazón de un bray y sintió como la oleada de poder le quemaba el cuerpo. El frio insustancial del ladrón de almas le paralizó por unos segundos y casi creyó ver una siniestra sonrisa de niebla en su mente. Se obligó a mantener la concentración pues bien sabía que al demonio no le haría ninguna gracia haber sido convocado y mucho menos recibir ordenes de un simple mortal. El corruptor de almas necesitaba algo con lo que saciarse y Morador formó la imagen del hechicero pelirrojo en su mente, con hilos de dhar rodeándole, tal y como le había visto en la carga de los ungors... aquella imagen pareció complacer al demonio que libró su gélida garra de la mente del chamán y desapareció entre el humo de los fuegos.
Morador respiró unos instantes y siguió el camino que habían tomado Garbaad y el minotauro, atravesando la cortina de fuego.




UNDERWAR Narniat8oro1



Las cosas no marchaban bien para el grupo. Varias bestias habían conseguido entrar en el campamento, no las suficientes para hacer peligrar la empalizada, pero si tardaban demasiado tiempo en acabar con ellas la defensa se complicaría demasiado.
De la cortina de llamas surgieron, apartando a varios gors, Garbaad, el lider de los hombres bestias y su minotauro.
Un gor, enfurecido por la rabia que el mago humano le ha infringido, trató de acuchillar a Garbaad, pero su impresionante fortaleza, la malla bien labrada y las placas que le cubrían el torso permitieron que siguiera avanzando como una máquina de triturar carne.
De pronto el mago humano cayó inconsciente al suelo sin que nadie comprendiera el motivo. Un gor aprovechó la ocasión para saltar dentro del campamento. Ya eran dos los que Kargunson tenía delante y apenas si podía contenerlos.

El muro del flanco izquierdo había caído. Los refugiados intentaban mantener la línea conteniendo las embestidas de los gors que habían atravesado la barricada. Por todos lados se oían gritos y lamentos que proferían los hombres al morir o recibir terribles impactos.
Strasser se agachó para esquivar una cornada y se levantó con brusquedad para lanzar por encima de su hombro a la infame criatura que trataba de matarlo. Su espada trazó un veloz arco y el brazo de un gor cayó a sus pies. La bestia sólo pareció enfadarse, pues gritó enfurecida e intento apuñalar al forajido. La recia malla de Strasser evitó que la herida tuviera mucha importancia y descargó el canto de su escudo sobre el hocico abierto del monstruo que cayó al suelo tras el crujir de huesos.
Miró a sus hombres y los vió abatidos, desesperados, muchos de ellos estaban muertos o moribundos. El muro había caido.
Levantó su espada y escudo para que los hombres que quedaban le vieran bien:
- ¡Reagrupaos! ¡Retirada al fortín!
Rezó para que los valientes del otro flanco oyeran sus ordenes en el fragor de la batalla.


El imponente minotauro pasó por encima de la barricada y su ominosa presencia dejó paralizados a Morgan y a Guzmán.
Yavandir ejecutó un doble golpe cruzado sobre el abdomen de la monsruosa criatura y contempló con horror como sus afiladas hojas rebotaron contra la dura piel del minotauro. Aun sorprendido por la dureza de la criatura, el elfo recibió un terrible impacto, un chorro de algo parecido a sangre ácida que le golpeó el cuerpo con un dolor abrasador. El chamán de la tribu le había lanzado algún blasfemo conjuro desde lo alto de la empalizada.
Varios gors más avanzaron para aprovechar los momentos de confusión, pero Steiner se plantó frente a un par que pretendía acabar con Morgan.
Mientras el enano sufría los golpes de los hombres bestia consiguió reanimar a Ulrich von Fridrich, que aprovecahando la cobertura que le brindaba Azham argunson intentó controlar al terrible minotauro, aunque sin éxito. Un extraña voz resuena en su mente... "Huye, huye, abandonalos, sálvate tu, eres más valioso que ellos"...
Contemplando la escena de destrucción y percatándose de que el otro flanco ha caido y los refugiados se baten en retirada decide hacer caso a la voz y corre como alma que lleva el diablo (textualmente).
Yavandir Vallefresno aun conmonionado por las quemaduras decide hacer lo propio esquivando un brutal hachazo del vil hombre toro.
Guzmán y Morgan ya recuperados de la impresión de verse cercados por varias bestias, el minotauro y el jefe de la manada deciden retroceder cautelosamente, cediendo terreno paulatinamente, cuando ven pasar a su lado a Rolf "Ben Jhonson" Steiner.
A su vez el enano decide correr detrás de su barba que ya está buscando refugio en otros lares pero a media carrera es interceptado por un bestigor y el descomunal minotauro.
Garbaad carga sobre Morgan y Guzmán pero ambos logran zafarse de su embestida y poner rumbo a la cueva.
Finalmente todo el grupo logra alcanzar la cueva, pero se dan cuenta de que Azham Kargunson ha sido interceptado por el jefe de las bestias a tan sólo unos metros de la entrada. Desde la distancia Morador escupe un chorro de sangre abrasadora sobre el enano dejándole moribundo y manos de su lider, que ya celebra su muerte.
De las sombras de la cueva surge Morgan, espada en mano y se encara con el temible Garbaad y su siniestra hacha a dos manos. Detrás de una tienda de campaña llega a la carrera el capitán Strasser que flanquea a la bestia cornuda mientras algunos de sus hombres se refugian en la gruta. Rolf también decide abandonar la seguridad de la cueva y se lanza sobre un hombre bestia que golpea al semi inconsciente enano en una pierna, agravando su ya de por si crítico estado y sumiendole aun más en el oscuro pozo de la locura.
Yavandir abandona también la cueva y rodea al monstruoso campeón de las bestias, mientras que Morgan arrastra al enano a la seguridad de la cueva mientras el hacha de Garbad pasa a pocos centímetros de su cara, y finalmente todos consiguen eludir la batalla y adentrarse en el pasadizo de la montaña.

Helmut Strasser, el último en entrar en la cueva intenta consolar a sus hombres... - por nuestras familias... - les dice y un pequeño brillo de ilusión y tal vez nostalgia les ilumina sus demacrados rostros.
- Les daremos más tiempo, mi capitán - responde un joven que todavía ha visto pocos inviernos.

El capitán Strasser se desprende de un pequeño colgante y se lo entrega al sacerdote sigmarita que tan honorablemente ha batallado.
- Apresuraos por el pasadizo todo lo que podáis, sin mirar atrás. Al llegar al bosque seguid el rastro de nuestras familias y conducidlos a salvo a Carroburgo. Mi hijo Karl va entre los refugiados. Entregadle este collar y que se quede con mi hermano en la ciudad. Nunca nos llevamos bien, pero quiere mucho al chico. ¡Corred! ¡Os daremos todo el tiempo que podamos!

Morador de Sombras contempló como los últimos humanos huían por aquel tunel del que no conocían su existencia. Garbaad podría interpretarlo como si le hubiera fallado y entonces su castigo podría ser la muerte cómo mínimo. Afortunadamente para él, era el chamán de la tribu y ningún hombre bestia atentaría contra su vida pues todos sabían la mala suerte que eso les depararía.
- "Me disculpare ante Garbaad y asumiré la responsabilidad" - pensó el chamán.

- Disculpa aceptada, Morador de Sombras - rugió Garbaad el campeón de las bestias.
El minotauro pisó la garganta del agonizante chamán aplastándole la traquea y utlizando el apoyo a modo de palanca para extraer su hacha del cuerpo de Morador.
Garbaad bramó, un rugido primitivo que ordenaba a más de un centenar de bestias que se lanzasen contra el estrecho pasadizo.


Las propiedades mágicas del colgante no habían pasado desapercibidas para Ulrich von Fridrich. Una vocecilla le hablaba en su interior
- El collar, síiii el collar debe ser nuestro... lo queremos, lo necesitamos... ¡collar! ¡collar!... arriesgamos nuestra vida por ellos... nos lo hemos ganado, es nuestro, ¡nuestro!... el niño debe morir...
- pe...pero eso no está bien, ellos, ellos nos descubrirán y nos matarán
-pues también los mataremos a ellos... todos arderán
-síiiiii, fuego, nos gusta el fuego... ¡collar! ¡collar!
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Mensaje  Steiner Mar Dic 21, 2010 12:16 pm

Ulrich respiró agitadamente, intentando recuperar el resuello. Los mugidos de los hombres bestia todavía resonaban en sus oídos, junto con los gritos agónicos de los moribundos.

El bosque se extendía ante su vista, junto a la cascada a la que les había conducido el forajido moribundo hacía ya un día, aunque parecían siglos. Por fin habían escapado de esas malditas cuevas.

No obstante, algo iba mal. El vello de su nuca se erizó y sintió una sensación molesta, inquietante, como si estuviera siendo observado. Se alejó un momento de sus compañeros, mientras estos se reorganizaban para buscar a las familias de los forajidos que habían huido por la madrugada, antes del ataque de los hombres bestia. El mago siguió un riachuelo que surgía de la cascada. Ulrich se agachó y tomó un sorbo de helada agua.

De pronto, escuchó un leve llanto infantil. Ulrich giró la cabeza a derecha e izquierda pero no pudo ver nada. Aparentemente, estaba solo. El lloro continuó hasta que el mago brillante pudo discernir a un pálido niño que le observaba asustado desde detrás de un árbol. Debía tratarse sin duda de uno de los refugiados que se había perdido.

-¿Estás bien, chaval? ¿Te has extraviado? Ven conm...

Ulrich enmudeció y un sudor frío le invadió.

Aquel niño no era humano.

En el rostro de aquel ser de apariencia infantil se abrían dos pozos negros en el lugar en el que deberían hallarse sus ojos y su piel era completamente blanca, como las tripas de un pescado. El niño abrió lentamente la boca y de ella comenzó a manar un chorro de sangre negra, mientras su llanto crecía y crecía en intensidad, hasta extremos insoportables. Ulrich cerró los ojos y se tapó los oídos mientras sus sienes pulsaron como si estuvieran a punto de reventar. Apretó los dientes con tanta fuerza que creyó que se romperían en mil pedazos.

Súbitamente, el grito cesó.

Ulrich abrió los ojos y jadeó, intentando recuperarse. De nuevo, estaba solo.

Pero Ulrich sabía lo que había visto. El Niño Perdido.

Ulrich había escuchado a otros magos hablar sobre aquellos entes. El Jinete Rojo, El Niño Perdido, los Comensales Macabros... Los Seres del Aethyr, extrañas manifestaciones atraídas por la Magia que sólo podían ser percibidas con la Visión Bruja de los hechiceros. El mismo había visto uno de ellos hacía ya muchos años.

Todavía recordaba ese día como si fuera ayer. Fue el comienzo de todo.



Ulrich, un niño de casi diez años corre por las concurridas calles de Middenheim. Sabe que la sastrería cerrará pronto y si no lleva las botas remendadas a casa, se llevará unos cuantos azotes.

De pronto, un insoportable hedor a leche agria, a heces y a pescado podrido atenaza sus fosas nasales. Frente a un atónito Ulrich, se halla un hombre desnudo imposiblemente gordo sentado sobre una pila de sus propios excrementos. Come con fruición restos de carne podrida, infestados de moscas y gusanos. El resto de gente pasa a su alrededor sin contemplarle siquiera, como si no estuviera allí.

De pronto, aquel ser clava sus ojos en Ulrich y le sonríe siniestramente por entre sus rollizas lorzas, cubiertas de estrías y venas azuladas.

Ulrich, aterrorizado, da un paso atrás, chocando con alguien. El niño, atemorizado, se da la vuelta para encontrarse con un hombre alto enfundado en una túnica rojiza, que sujeta un impresionante cayado. Varias llaves tintinean en su cinturón. Su pelo es rojizo y parece ondear con vida propia, como mecido por un inexistente viento. El hombre contempla al niño y al hombre seboso, que parece enfrascado en seguir comiendo ansiosamente.

-¿Puedes verle?

-S... Sí, señor.

El hombre le observa ceñudamente, pensativo. Ulrich habla con voz temblorosa.

-¿Quién... Qué es eso?

-Es el Obeso. Es uno de los Seres del Aethyr. No tengas miedo, chico, no puede hacerte daño. Como otros seres, vienen atraídos por el uso de la magia. Cerca de aquí, alguien ha debido usar un hechizo con fines egoístas. Ese tipo de magia atrae al Obeso como la miel a las moscas.

El hombre revuelve los cabellos del chico y sonríe por primera vez.

-Normalmente nadie sin el talento de la magia puede ver tales criaturas. Pero tú sí has podido. Tienes potencial, chico. Llévame con tus padres. Quiero hablar con ellos. A partir de mañana entrarás a mi servicio.

Ulrich permanece boquiabierto, mientras sigue a aquel hombre por las atestadas calles. Las botas remendadas que debía recoger han desaparecido de su mente sin dejar ni rastro. Ante él se abre la mayor aventura que jamás pudo soñar.




Ulrich intentó recordar qué tipo de magia atraía al Niño Perdido. Magia oscura, sí, magia de las sombras y... posesión.

El mago del fuego respiró aceleradamente. No podía ser. Se acercó al estanque y contempló su propio reflejo.

Un hombre pelirrojo de mirada ceñuda le contemplaba desde el agua. Pero algo no iba bien. Parecía como si sus movimientos estuvieran desacompasados, como si intentara, sin éxito, imitar sus movimientos. Una sonrisa siniestra asomó a los labios de su doble cuando Ulrico se percató de ello.

-Pronto, Ulrich, pronto…

Con un grito, el mago golpeó la superficie del agua, provocando que la imagen desapareciera violentamente.

-¿Estas bien, Ulrich?

El mago se giró sobresaltado. Unos metros a su espalda, Steiner, el sacerdote de Sigmar, le observaba con suspicacia.

-Sí, estoy bien.

-¿Seguro? No tienes buena pinta.

-¡Estoy bien, maldita sea! ¡Déjame en paz!

-Como quieras. Prepárate, nos vamos a ir. Hay que alcanzar a los refugiados.

Steiner se encogió de hombros y volvió a irse por donde había venido.

Ulrich se frotó las manos nerviosamente. No, era absurdo. Debía tratarse de su imaginación. Sí, eso era.

¿O no?
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Mensaje  minerojoz Sáb Dic 25, 2010 12:29 pm

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Mensaje  Morgan Lun Dic 27, 2010 1:35 pm

Sobreponiendose a los terribles peligros del Drakwald, el grupo consigue rescatar a los pocos refugiados que quedan con vida. Desgraciadamente, el niño Karl no se encuentra entre ellos.
El regreso a Carroburgo dura tres largos días, llenos de dolor, sufrimiento y el recuerdo de los caídos.
Ya en la ciudad el barón se compromete a hacerse cargo de todos ellos, empleándolos en su castillo.
Los infiltrados parten de nuevo hacía Altdorf con la satisfacción de haber hecho lo correcto.
Ulrich sigue comportandose de un modo algo más extraño de lo normal, pero la llegada a la capital parece traerle algo de paz a su maltrecha alma.


Tras regresar de carroburgo después de eliminar a los verdaderos aspirantes y habiendo retornado el Collar de Rha a su propietario, la situación se vuelve aun más turbia.
Los nuevos sirvientes del Maestro informan detalladamente de un siniestro culto, la Hermandad del Colmillo Amarillo, adoradores de los viles skaven, que pretenden alcanzar insospechadas cotas de poder en Carroburgo y Altdorf. Es por ello que unos miembros del culto asesinaron a la dulce Meribeth y recientemente se han instalado en las afueras de la capital como feriantes.

El Maestro ofuscado por la muerte de su hija, encuentra algo de consuelo con su preciado collar y se refugia en el estudio de antiguos grimorios y misteriosos tomos de oscura magia a la vez que dicta ordenes expeditivas: averiguar todo lo posible sobre el Colmillo Amarillo e incluso conseguir un "topo" que les informe puntualmente de sus movimientos.

Conscientes de que esa baza la tienen ganada, los pj´s aguardan pacientemente para usar la información que Arlington Liedenberg les proporciona.


El tiempo que los nuevos aspirantes han pasado fuera parece haber encorvado algo más a Redricht y su extraña forma de caminar se hace algo más patente.

Héctor continua con sus tareas ordenando a la guardia, adiestrando a los soldados y realizando otras labores no muy claras que se debaten en privadas reuniones con el Maestro.

Los tres novicios han escalado muchas posiciones con su reciente éxito y el Maestro les ha otorgado el título de Caballeros del Colmillo Rojo, un honor del que hasta ahora sólo Héctor era merecedor.
En el escalafón de clan vampírico, se situa a la cabeza el Maestro, seguido por sus hijos que tienen un estatus especial. Después están Redricht como sirviente directo y consejero y Héctor como hombre de acción. Inmediata por debajo están los nuevos caballeros y tras ellos todos los demás, sirvientes, soldados, guardias, recaudadores, etc, etc.


El estatus del grupo les permite diponer de todos los lujos y comodidades que la mansión ofrece, desde exquisiteces culinarias, mujeres, elegantes ropas, alojamientos, invitaciones a fiestas, clases de etiqueta, manicura, baños y todas las extravagancias que el poder y el dinero pueden proporcionar en la capital del imperio...

Sus éxitos han despertado también celos en otros aspirantes, pero su elevada posición les mantiene protegidos de las intrigas y traiciones.

Las disputas entre los hijos del Señor parecen no tener fin, mientras que Corbitt trata a todos los humanos con un desprecio enfermizo y aboga por su uso básico como alimento y ganado, sin importarle lo más mínimo la muerte de sus reses, Godfried es más propenso a que cada vampiro tenga un grupo de seguidores fieles que voluntariamente les alimente y les sirvan, al estilo del clan lhamia, consciente del peligro que puede ser para ellos ser descubiertos. Sigfried por su parte parece distante y no se inmiscuye mucho en la discusión cuyo origen se remonta a muchos años atrás, al igual que su padre dedica gran parte de su tiempo a los extraños manuscritos de la gran biblioteca.

La mansión, que tanto les impresionó al principio parece ahora ajada, como si un centenar de años hubiesen transcurrido en apenas unas semanas. El Maestro, presa de la locura al conocer la noticia del fallecimiento de su hija ha matado y descuartizado a casi todos los sirvientes de la casa. Los nuevos recelan y cuchichean acerca de las extrañas costumbres de sus amos. En todos los rincones y pasillos del viejo palacio las sombras parecen haber adquirido ojos y oídos. El frío atenaza sus antigüos salones y un pesado aire decadente se ha adueñado de la mansión.

Los caballeros neofitos realizan las tareas que Héctor les va encomendando en aras de aprender el negocio familiar, que más parece el de un criminal que el de un clan vampiríco. Protección, contrabando y prostitución son los pilares de la riqueza de la casa. Chantajes, corrupción y sobornos a funcionarios imperiales son otra de las especialidades de los señores de la noche.

Al mismo tiempo los pj´s van informando puntualmente de los negocios del clan a los Colmillos Negros, que empiezan a realizar seguimientos, colocar a sus hombres y estudiar las rutinas del clan para preparar los futuros golpes.


Llegado el momento los tres caballeros informan al Maestro de su plan para conseguir un informante ha tenido éxito y que los adoradores de los hombres rata pretenden introducir en la capital una gran cantidad de piedra de disformidad transportada desde una mina situada en las afueras de Carroburgo.
El informador que los pj´s han conseguido en la Hermandad del Colmillo también les ha informado de un último cargamento que en breve saldrá de la mina en dirección a la ciudad de Middenland para de allí cagarla a Altdorf en fechas muy próximas.

La expresión apergaminada del Maestro deja entrever un regocijo inmenso, completamente opuesto a las de Redricht o el mismo Héctor, cuyo esfuerzos con la Hermandad han sido infructuosos y ven una clara amenaza a su posición en la eficacia de los nuevos.

El Maestro no duda ni por un instante en enviarles de nuevo a Carroburgo convenientemente pertrechados y al mando de una patrulla para localizar la mina, destruir el cargamento y malograr los planes de sus nuevos enemigos. Incluso les ofrece la posibilidad de contratar algunos mercenarios locales, que conozcan la zona, guías, rastreadores, o lo que consideren necesario.

Redritch y Héctor se encargarán de vigilar la feria, un cometido que por la desencajada expresión de Héctor parece no ser de su agrado ni considerarlo digno de su posición.
El odio arde en los ojos del Tileano que desvía fugaces y amenazadoras miradas a los nuevos.

Los caballeros se escabullen de los preparativos y alertan a sus compañeros del nuevo rumbo a seguir. El elfo, el enano y el humano parten de inmediato a Carroburgo para reconocer el terreno para luego encontrarse en un taberna de la ciudad de Middenland famosa por los espadas de alquiler que la frecuentan.

Yavandir Vallefresno será el explorador y rastreador, Azham Kargunson se hará pasar por un trabajador de una de las minas de la zona y Morgan Schwarzhand se presentará como guía y mercenario.

El cambio generacional está llegando y Héctor hará lo posible por evitarlo.
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