La maldición

Lo último que esperaba era encontrarse unos hombres-bestía en las arenas de aquella remota playa.
Necesita las espinas de un erizo para concluir el ritual y las frías aguas del norte eran las mejores para encontrar un magnifico ejemplar.
Sabía que debería haber ido acompañado de la guardia del duque, como su hechicero personal que era, pero embargado por la proximidad del éxito había sido terriblemente incauto y ahora lo lamentaba.
Si al menos tuviera su báculo de marfil y plata, esas criaturas inmundas lo mirarian con más respeto y no con ese brillo rojizo de maldad y hambre con el que le escrutaban.
Las dos bestias deformes eran enormes, al menos del doble de altura del hechicero y tal vez lo triplicaran en peso. Uno sostenía en sus garras un tosco garrote del que sobresalian pinchos oxidados que áun tenían restos de sangre de su anterior víctima. Su cuerpo musculoso estaba lleno de pelo que junto a su cabeza de lobo le daba un aspecto brutal. Parecía sonreir y baba espumosa goteaba de su boca.
El otro, con cabeza de buey, era tuerto, le faltaba la oreja y el cuerno del mismo lado, sin duda a causa de un salvaje impacto que recibió tiempo atrás. Sin embargo le miraba con la misma esencia de mal puro y esencia de caos que la otra alimaña. Apretaba con ansiedad una tosca hacha llena de mugre y con el filo bastante mellado que manejaba a dos manos, aunque tal vez sería más apropiado decir a dos zarpas.

Vendería caro su pellejo.
Arremolino los vientos de la magia hasta que se filtraron por su piel, sabedor de que ese conjuro podría ser el último que hiciera en su desdichada vida.
El viento oscuro Dhar era fuerte en presencia de las criaturas. Se concentró en obviarlo y extraer la energía de los vientos que realmente necesitaba.
Una esfera de luz intesa apareció entre sus manos y en apenas unos instantes alcanzo un tamaño intimidador antes de ser lanzada contra los abyectos seguidores del caos.
El hechicero se relajo un instante y entonces prfffffffff-*-%!!!!



Noooooooo!!!!



la maldición...!!!!